Experto en la descripción de matrimonios que crujen y combustionan, de alcohólicos irrecuperables y perdedores tercos, Richard Yates se hizo célebre por la inmisericordia con que fulmina todo lo que narra. Sus personajes son arquetipos del deterioro y la trivialidad. De su pluma ni siquiera se salvan los niños —al fin y al cabo, en ellos habita el germen de
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