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Punto de partida

Bill Viola

ARTE

Hasta el 2 de septiembre y con entrada gratuita, puede verse en el Parque de la Memoria Punto de partida, la primera exposición del artista de video Bill Viola celebrada en nuestro país.

Típicamente, una composición de Viola (Nueva York, 1951) consta de una sola toma de diez o quince minutos de duración y de muy pocos elementos: un hombre o una mujer, luz, agua, oscuridad. Trabaja con el voltaje de los símbolos, nunca con la anécdota. Como están ralentizados, las caras y los cuerpos parecen moverse con un esfuerzo bestial, luchando en la nada, porque no hay decorado por encima ni por debajo. Sólo a veces hay música, pero cuando no la hay el silencio pesa y la imagen lo incorpora. Son videos muy alejados del cortometraje tradicional o de cualquier clase de cine. Viola suele citar pintores al hablar de influencias, además de poetas místicos y pensadores hindúes y sufíes.

En la muestra se exponen siete trabajos que el artista realizó entre 1991 y 2012: The Passing [El pasaje], Acceptance [Aceptación], Surrender [Rendición], Observance [Observación], The Messenger [El mensajero], Three Women [Tres mujeres] y Ancestors [Antepasados]. La selección tuvo en cuenta el deseo de vincular la obra con el lugar de exposición. Marcello Dantas, colega de Viola por años y curador de la muestra, entiende que la “partida” del título (en tanto separación, ruptura dolorosa) es un concepto que los trabajos elegidos exploran y que también alude a los muertos de la última dictadura militar, cuyos nombres están escritos en las paredes del zigzag que conduce hasta la sala PAyS del Parque de la Memoria.

Si bien los videos de Viola no refieren a ningún hecho histórico particular, admiten ser vinculados casi a cualquiera, y no de manera forzada. Y es que Viola trabaja una zona común a todos los seres humanos, en un nivel más abstracto que la realidad sensible. Aunque en la pantalla vemos rostros de hombres y mujeres consumidos por la emoción (dolor, alivio, pasmo, desesperación), no es allí donde se busca indagar. Pareciera que las emociones son todavía la periferia, sólo una puerta de entrada a una región más secreta y universal, al núcleo duro y neutro de la conciencia. Vale decir: de la conciencia desamparada por naturaleza. El de Viola es un arte (hay que usar esta palabra) espiritual. En conferencias y entrevistas, el artista ha declarado como sus principales intereses la tecnología y los momentos privados de revelación, religiosos o no. Gusta de contar sus propios episodios de este tipo y las historias de culturas antiguas que recolectó con el tiempo. Es la clase de experiencia que Viola quiere ofrecer al cuerpo del espectador y que fabrica, con precisión de chef, combinando símbolos, haciéndolos reverberar en espacios abstractos.

Se recomienda no prepararse para la muestra buscando videos en la web. Florencia Battiti, en su bellísimo texto de curaduría, destaca algo esencial: Viola impacta y cala hasta el recuerdo. Hay que cuidar ese impacto, que nunca es tan grande como la primera vez.

Se recomienda, también, ir sin compañía.

 

Bill Viola, Punto de partida, Parque de la Memoria, Buenos Aires, julio – septiembre de 2013.

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