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Yo tenía un alma buena (fragmentos de un relato mutilado)

Maricel Álvarez

TEATRO

“Yo tenía un alma buena. También una necesidad de creencia muy grande y olor a piel”, son las primeras palabras pronunciadas en escena. La performance como monólogo se completa con gestos mínimos, música y la proyección en pantalla doble de imágenes fragmentarias del cuerpo desnudo de la propia artista suspendido en el agua. Luego, se volverán a escuchar las mismas palabras (ahora en off) acompañadas por los gestos del cuerpo desnudo (ahora en vivo). La experiencia vital, entonces, se figura como mediación, repetición y diferencia de lenguajes, espacios, temporalidades y corporalidades. En su trayectoria, el relato se despoja del alma, del cuerpo y, sin embargo, retiene en su memoria algunos fragmentos de la experiencia humana que le dio origen: la organiza en una secuencia narrativa, la dramatiza en una voz y unos gestos, la registra en soportes y tecnologías que producen, ellas mismas, otras formas del cuerpo y sus olores, del alma y sus creencias.

Se puede decir, en primer lugar, que el libro documenta la videoinstalación teatral homónima que Maricel Álvarez realizó en abril de 2013 y que contó con texto de Santiago Loza, video y fotografía de Nora Lezano y diseño de sonido de Marcelo Martínez, entre otros colaboradores. El nuevo formato agrega, a su vez, una serie de breves ensayos que se refieren a la obra y la artista en cuestión (escritos por María Teresa Constantin, Edgardo Cozarinsky, Teresa Riccardi y Emilio García Wehbi). Estas otras voces describen, narran y analizan teórica, crítica, amorosamente el contacto con aquella experiencia, pero también las trayectorias que confluyen hacia y desde ella.

Por otra parte, se puede pensar, en la línea planteada por Riccardi y Constantin, una función complementaria del libro que aquí se presenta: aquella que expande el radio de acción de la obra artística y de su experiencia para desplegar otro pliegue de la propia performance.

“Llamo ustedes a todo lo vivo que no soy yo. Incluso a mí misma cuando dejo de ser lo que me habita”, avanza aquella voz narrativa. Ustedes son, entonces, el umbral que separa al uno de los otros. Pero es también uno mismo saliéndose de sí, convirtiéndose en otro. Es la performance y el video volviéndose videoinstalación teatral, y es esta última viajando hacia el libro para habitar otra forma, para activar no sólo la memoria (parcial, fragmentaria) de lo acontecido, sino una nueva experiencia de lectura y visualidad de la obra.

Si, por un lado, el libro se proyecta como resultante del trabajo sobre diferentes disciplinas y formatos, siempre experimental, de una artista multifacética como es Maricel Álvarez, también se inscribe en la línea de otros proyectos artísticos y perspectivas de estudio que amplían y renuevan, igualmente, el campo de lo teatral. “Irme sin mí a las montañas. Una larga temporada de alturas”. Ponerse en marcha, aventurarse más allá del propio límite, imagina la voz y también el teatro.

 

Maricel Álvarez, Yo tenía un alma buena (fragmentos de un relato mutilado), textos de Santiago Loza, María Teresa Constantin, Edgardo Cozarinsky, Teresa Riccardi y Emilio García Wehbi, fotos de Nora Lezano, Fundación OSDE, 2015, 106 págs.

10 Dic, 2015
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