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La transfiguración del horror vampírico según el signo de los tiempos marca las coordenadas del desasosiego juvenil contemporáneo. Se trate del inconformismo postpunk de Near Dark (Kathryn Bigelow, 1987), del bullying sadomaso de Let the Right One In (Tomas Alfredson, 2008), de la duda existencial de The Addiction (Abel Ferrara, 1995) o de la aridez sexual de El día trajo la oscuridad (Martín Desalvo, 2013), el vampirismo de las últimas décadas, con sus paralelos infectocontagiosos y sus recetarios de trastornos y disfunciones hormonales, se las ha ingeniado para equilibrar la cuestión psicológico-fisiológica al nivel de los traumas y derrames de cada época en la que le toca (re)vivir. Con respecto a sus predecesoras, A Girl Walks Home Alone at Night trae dos novedades llamativas. Por un lado, está más cerca de la tristeza de dormitorio propia de las agridulces comedias teen de los noventa que de la oscuridad y la angustia en principio asociables a los muertos vivos. Por el otro, la extravagancia de su factura (estamos frente a una película de vampiros filmada por una chica iraní, nacida en Inglaterra pero criada en Estados Unidos) la vuelve un objeto curiosamente adorable, simpático más allá de sus costados siniestros —que los tiene, y muchos—, que prescinde de los excesos de hemoglobina y elige concentrarse en el enrarecimiento de ciertas tipificaciones que caracterizan la vertiente del cine fantástico que aquí nos ocupa. Sheila Vand —vestida con el tradicional velo negro, para más datos— se pasea por el extrañísimo paisaje industrial de Bad City llevando a cuestas un encanto que se encoge frente a lo terrorífico justo a tiempo, como en un pase de diapositivas perfectamente calculado. Los cruces silenciosos de esta condesa sombría con los distintos personajes del film están atravesados por las dudas, el temor y la inseguridad de una nueva y extraña forma del amor romántico vinculada sutilmente a la extranjería, y no tanto por la sed de rojo atada al alimento de la eternidad. Filmada en un blanco y negro “a la Jarmusch”, saludablemente peleada con el gore y el exotismo estetizante, esta es una novedad que endereza al tiempo que renueva leyendas infamemente desviadas (la saga Crepúsculo) para hablar de un cruce de culturas sigiloso como la amenaza de un fantasma.
A Girl Walks Home Alone at Night (Estados Unidos, 2014), escrita y dirigida por Ana Lily Amirpour, 100 minutos. Se proyectó en el Bafici 2015.
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