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¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué normas —visibles y no tanto— tuvimos que internalizar para habitar espacios, escenarios más bien hostiles y alérgicos hacia nuestro estar-allí? ¿Cómo se encarnan en nuestras corporalidades las reglas de un juego cuyo funcionamiento se caracteriza por esconder y opacar tales criterios, y por ende nuestras fuerzas, potencias y posibilidades? María Ruido y Brigitte Vasallo se empeñan una y otra vez en estas preguntas, y esto da lugar a una conversación de a dos tan fascinante y necesaria como perturbadora y dolorosa. Y es que parece resultar imprescindible —para ellas y para nosotras— hablar y echar un poco de luz a esa maraña de afectos, emociones y experiencias que desbordan las máscaras de la artista exitosa y de la teórica sutil. Existe todo un escenario por fuera de esos viejos-nuevos arquetipos a los que Ruido y Vasallo logran hacer lugar, munidas de un lenguaje acerado y atento, que no se distrae en complacencias ni en autojustificaciones innecesarias.
En uno de los fragmentos para mí más medulosos de esta videoperformance, se detienen en la vivencia de la emigración, del “vivir entre lenguas” nómade y fugitivo. Es interesante el tono ambiguo y complejo que esa experiencia de fractura adquiere en la conversación y en la trayectoria de ambas. La migración, el perder la casa, el nombre y el hogar fungen en fractura existencial, afectiva, ¿política?, que necesita ser afrontada sin demasiados prolegómenos ni estridencias, a fin de poder dar cuenta de la vulnerabilidad genealógica, estructural que experimentan ciertos cuerpos y ciertas voces dentro del llamado “trabajo cultural”. Trabajo cuyas reglamentaciones no siempre —huelga decirlo— admiten la llegada ni la permanencia de cuerpos y voces como las de María Ruido y Brigitte Vasallo, lo que da lugar a una serie de malestares (autoodio, depresión, ansiedad, síndrome de la impostora, etcétera) estrechamente ligados a ese tipo de trabajo. Son malestares que cada vez con mayor frecuencia exigen ser visibilizados y expresados, a los cuales interrogar, pero que las instituciones culturales rara vez reconocen y se hacen cargo en todos sus matices y amplitudes. ¿Será porque expresar algo más que individualidad, algo más que “yoes” atomizadxs, doloridxs y aisladxs, al narrar nuestros malestares, nos vuelve peligrosas para las instituciones en las que ese trabajo cultural se desenvuelve y se expone como objeto de intercambio y valorización?
Es justamente la interrogación sobre los intercambios y las valoraciones dentro del campo cultural —pregunta siempre disponible a su colectivización— la que punza y se resiste al olvido en esta conversación. María Ruido y Brigitte Vasallo se dan una forma visual y sonora tan compleja como directa de criticar la separación entre quien trabaja y el producto de su trabajo, y de dar cuenta de las condiciones que hacen posible esa separación. Esto último, sin dejar de prestar atención a las fugas y ambigüedades de tales condiciones, signo de nuestros malestares, pero también especie de guía hacia formas de la revuelta y de la contestación aún desconocidas.
No es sencilla la apuesta de María Ruido en esta extraña conversación-performance. Como no fueron sencillos ninguno de sus trabajos anteriores (recuerdo particularmente “Estado de malestar”, que puede ser visto y leído, creo, como una ajustadísima preparación para Las reglas del juego). Corresponde —insisten Ruido y Vasallo— hacernos una y otra vez estas preguntas molestas, importunar las fiestas ajenas con estas apuestas insistentes, a fin de poder arañar la espesa malla que sostiene esas reglas de juego, plagadas de opacidad, injusticia y violencia. Para poder también sobrevivir mientras pugnamos por derrumbar las casas de los amos, sin necesidad de hacernos tanto daño en el camino. Y así procurarnos otras reglas de juego, menos corrosivas y excluyentes, en las que quepan otros mundos más hospitalarios y habitables, mundos en los que poder crear, trabajar y vivir con placer y dignidad.
María Ruido, Las reglas del juego, curaduría de Imma Prieto, Es Baluard Museu, Palma de Mallorca, 17 de marzo – 4 de septiembre de 2022.
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