Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
más fiable que Google, Instagram, Youtube, Twitter o Spotify.
Lleva veinte años haciendo crítica, no quiere venderte nada y es gratis.
Apoyanos.
En el origen de Nuevos secretos hay –como se deja adivinar en el subtítulo– una tesis de doctorado. Y es que De Rosso, ciego a las culpas, no pretende borrar los rastros de su delito académico. Más inocente, podría pensarse (pero se trata de la inocencia del criminal más puro), el autor opera sobreimprimiendo a las huellas de su tesis las de otro delito aun mayor: el de haberse entregado sin medida, en este estudio pormenorizado de las transformaciones estructurales que definen el policial latinoamericano contemporáneo, a su pasión declarada por eso que él llama “el fantasma de los géneros”. “Mi generación, los que crecimos aprendiendo a leer en las colecciones Billiken y Robin Hood, los que vimos morir a Borges pero no vivimos su ascenso al Parnaso, los que llegamos tarde al pop y al compromiso, y aprendimos a ver cine en VHS, nacimos a la literatura con el fantasma de los géneros. Creímos que Manuel Puig escribía folletines, Ricardo Piglia novelas policiales y Marcelo Cohen ciencia ficción. Nacimos, entonces, acompañados por el fantasma de los géneros, porque asumimos que eran instituciones, justo cuando se desvanecían tornándose venerables espectros que algunos perseguiríamos por años”.
¿Y qué precio hay que pagar por empecinarse en una pasión? Por ejemplo, en la pasión por los géneros, la obstinada idea de que es productivo entrarle a la literatura, leerla y pensarla, a través del género, desoyendo soberanamente la agenda de “problemáticas actuales” que fija la academia. De Rosso bien conoce los costos, pero eso no parece importarle. O en todo caso: sabe que hay otros, esos que pagan los que subestiman el poder de los fantasmas.
Seguramente haya sido esa distancia de las modas intelectuales la que le permitió a De Rosso, tras un minucioso recorrido por los dos umbrales de emergencia y consolidación del género en Latinoamérica –que él sitúa en las décadas del cuarenta y del setenta respectivamente– desmontar, con socarronería, la etiqueta apresurada de “neopolicial iberoamericano” lanzada por la crítica en algún momento de los noventa para anunciar un supuesto nuevo capítulo de la historia del género. De Rosso se detiene en una serie de novelas de esos años (Las islas, de Carlos Gamerro; Sueños digitales, de Edmundo Paz Soldán; Amphitryon, de Ignacio Padilla; El disparo de argón, de Juan Villoro; La literatura nazi en América y Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño) mostrando cómo estos textos extreman ciertos rasgos que ya definían la tensión propia del género en los setenta. Así, si estas novelas son y no son policiales, si presentan una “adscripción inestable”, no depende de un rasgo de estilo propio, sino de una alteración sufrida por la matriz genérica misma del relato policial, cuyo resultado sería la emergencia de novelas construidas sobre el secreto antes que sobre el enigma, sobre las estrategias de construcción y circulación de la verdad antes que sobre su revelación.
Ezequiel De Rosso, Nuevos secretos. Transformaciones del relato policial en América Latina 1990-2000, Liber Editores, 2012, 215 págs.
Adorno decía que la teoría estética de Kant tenía como mérito haber separado para siempre el arte de la pornografía y de la cocina, es decir, de...
Es difícil analizar las experiencias estéticas contemporáneas sin dejarse arrastrar por una terminología crítica que pareciera que aborda ciertos objetos con justeza, cuando en realidad los tiñe...
La tecnología puede liberarnos, al menos parcialmente, del trabajo. Claro que, en el contexto de nuestras sociedades capitalistas, eso implica un problema. Cuando las máquinas nos “liberen...
Send this to friend