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Un dispositivo narrativo muy fértil consiste en poner a personas comunes y corrientes en situaciones destinadas a James Bond, Sherlock Holmes, fuerzas especiales o cualquier agente disponible. En el contexto argentino está el ejemplo de Tiempo de valientes (Damián Szifrón, 2005), donde vemos a Diego Peretti sortear dos o tres cornisas disfrazado de policía.
División Palermo —serie de Netflix escrita, dirigida y protagonizada por Santiago Korovsky— extrema esta premisa al proponer la creación de una poco ortodoxa e inútil guardia urbana porteña formada por personas con habilidades especiales, forzando la política de inclusión para burlarse de sus alcances y limitaciones. Así, la primera temporada exhibe una coreografía de ridiculeces y desventuras que no cejan en ofrecer una refrescante revisión de los clichés con que está cargado el discurso audiovisual. De allí que la trama en que un sordo (Julio Marticorena) atiende el teléfono de la oficina en que un manco (Daniel Hendler) dirige a una mujer en silla de ruedas (Pilar Gamboa), a un ciego (Facundo Bogarín) y a un hombre de talla baja (Hernán Cuevas) para rescatar al judío del grupo (Santiago Korovsky) y detener a una banda de narcotraficantes que vende juguetes y peluches sea tan verosímil y haya merecido la apuesta por una segunda entrega.
El esquema narrativo para la segunda parte es simple, pero efectivo: un juego de duplicación. Se crean más divisiones en otros barrios, se redobla la apuesta por el correlato político, incluso se duplican el protagonista y el nivel de violencia que exhibe la serie. Esto deja secuencias muy logradas en lo narrativo y en lo humorístico, como la fiesta sadomasoquista en la que se define a latigazos el futuro de la ciudad, y otras más accesorias, como la fuga de un felino del ecoparque de Palermo. El trabajo de Szifrón para la televisión, en las series Los simuladores (2002-2004) y Hermanos y detectives (2006), parece un punto de referencia. Las escenas indicadas antes evocan al Clan Motul (Los simuladores, episodio 2.4) y al puma (Los simuladores, episodio 1.10). Si se tensa más esta correlación, también se puede pensar en el guiño del asalto al banco y la fuga (Los simuladores, episodio 1.7).
Ahora bien, la continuación introduce un juego de espionaje en el que el protagonista, pese a sus evidentes carencias, o precisamente gracias a ellas, es reclutado para infiltrarse en una organización criminal con alcances políticos que busca incidir en la elección del gobierno de Buenos Aires. Por supuesto, asistimos al clásico espía que toca el timbre y se presenta con nombre propio. Por supuesto, esta falta de astucia resulta su única herramienta. Por supuesto, todo le sale mal.
En un sentido global, los puntos más altos de la serie pasan por el permanente examen de la corrección política. No se trata del facilismo que implican los chistes de enanos o ciegos, sordos o corruptos, judíos o gallegos, sino que la serie, deliberadamente, instala su narrativa en un terreno ambiguo donde enfatiza las contradicciones de quienes refuerzan la híper corrección política y, al mismo tiempo, de quienes imponen a ultranza la incorrección como meta sin el respaldo de un guion sólido y valedero. Sin duda, allí se aprecia la pericia del escritor, capaz de sortear ambos atajos.
Pincelada con algunos gags del tradicional humor negro argentino (pensemos en las bromas de garcas y buenudos o en el matón al que la pareja le es infiel) y con una línea argumental accesible, la serie construye una narrativa completa en apenas catorce episodios y logra a su vez hacer un comentario afilado sobre la sociedad argentina, envuelta en la permanente sensación de que todo lo que ocurre sólo puede deberse a la corrupción, o a una conspiración de imbéciles, o a que el poder fluye conforme a las tendencias del algoritmo y el clickbait, o, simplemente indignada por cómo te roban con un flat white en Palermo. El éxito de División Palermo nos invita desde ya a esperar los próximos trabajos de Santiago Korovsky, cuyo proyecto artístico merece un atento seguimiento e impulso.
División Palermo, guion y dirección de Santiago Korovsky, Netflix, 2023-2025, 14 episodios.
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