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No es casual que muchas de las primeras experiencias de los libros de artista giraran alrededor del álbum de familia. La mezcla de las fotografías viejas y los sentimientos que evocan son indispensables para construir nuestra identidad. Iñaki Bonillas hace uso de estas dos instancias cuando reagrupa y reinterpreta viejas fotos tomadas por su abuelo. El archivo fotográfico que J.R. Plaza reunió en los últimos años de su vida es bastante excéntrico, ya que el propio abuelo hizo un registro de su vida vista como una ficción, anticipando estrategias contemporáneas de artistas que usan la fotografía para trabajar temas identitarios. La clasificación de las series no corresponde a una cronología sino a una revisión nostálgica de un destierro real y sentimental, en el que el narrador se permite tachar y reinventar las imágenes del pasado. La relectura que hace Iñaki es, a su vez, un relato incisivo de esta “autobiografía”. Muy cercano a Sophie Calle o a Roland Barthes, Bonillas pone en evidencia algo que se encarna en las fotos de una manera única: la imposibilidad de conocer la vida íntima de los otros, y quizá, la propia.
Tal vez por esta razón encontré fascinante el libro Archivo J.R. Plaza. Al abrirlo, en lugar de reproducciones de las series de fotos o de los complejos montajes con que se ha presentado el archivo en galerías y museos, encontramos veinte fragmentos escritos para esta publicación por gente cercana al autor, que revisan las series que Iñaki creó a partir del archivo original. Algunos de estos relatos/ensayos tienen títulos muy sugerentes, como el de María Minera, “Por la boca muere el pez”, que se enfoca en la presencia de los dientes, la sonrisa indispensable en las fotos familiares.
Miento cuando digo que no hay obra reproducida. Hay pequeñas y discretas viñetas que acompañan los textos, sin hacer hincapié en que son el eje mismo de lo que estamos leyendo.
Archivo J.R. Plaza es parte de los muchos proyectos de una generación de artistas visuales mexicanos que toman recursos literarios para construir instalaciones, libros de artista o proyecciones. Hay allí un deseo claro de cruzar la narrativa con procedimientos visuales que también generan relatos: la biblioteca y los archivos son parte ya del patrimonio de las artes visuales.
Iñaki Bonillas, Archivo J.R. Plaza: 2003-2012, Taller de Comunicación Gráfica, 2012, 122 págs.
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