La asesina

China en el siglo IX. Nie Yinniang, asesina a sueldo a las órdenes del emperador, debe regresar a su provincia natal, Weibo, para asesinar al gobernador disidente. El encargo cumple una doble función punitiva: la exclusivamente “administrativa” (el nuevo encargo le es impuesto a Nie como castigo por el fracaso de una misión anterior) y la emocional, al colocar a la protagonista en la conflictiva posición de tener que eliminar a quien fuera, en otros tiempos, su prometido.

Las diferencias entre La asesina y el resto de las revisiones de qualité del cine tradicional de artes marciales —desde Héroe (2002) de Zhang Yimou a The Grandmaster (2013) de Wong Kar-wai, y arrancando, claro, por Crouching Tiger, Hidden Dragon (2000) de Ang Lee— son las que propone la llamada “escuela del plano total”, de la que Hou Hsiao-Hsien es maestro absoluto y en la que sólo pueden comparársele sus compatriotas Edward Yang y Tsai Ming-liang. El “plano total” es aquel que dispone simultáneamente de todo el espacio escénico, acercando la cámara a objetos y personajes a medida que la escena crece en intensidad, muy a menudo hasta culminar en un primer plano. Dependiendo de la dinámica interior de la escena —una temperatura que es anímica y no necesariamente dramática—, y ya en la etapa de edición, Tsai Ming-liang y Edward Yang suelen fragmentar ese plano total intercalándole ocasionalmente otros planos medios o primeros planos. La particularidad de Hou Hsiao-Hsien es que casi nunca apela a este último recurso, lo que da como resultado una concisa poética de atracción del ojo que tiene una raíz paradójica: un film compuesto en su mayor parte por tomas largas, increíblemente extendidas, podría mantener al espectador emocionalmente distanciado con respecto a los personajes y acciones; los films de Hou, sin embargo, quedan inoculados con una carga de silencio y quietud que resalta permanentemente la delicada mecánica interna de ese universo al articularse frente al espectador, algo que, lejos de poner barreras, invita a acercarse a la estructura de algo que parece un sueño contado en tiempo real. En la filmografía de Hou Hsiao-Hsien, la propuesta de recorridos para la mirada de La asesina (injustificadamente aún no estrenada en nuestro país) remite a las estupendas Flores de Shanghái (1998) y A City of Sadness (1989) por su renuncia al corte entre planos. Así, en las escenas de diálogo, la cámara simplemente panea o reenfoca sobre el personaje que está hablando o moviéndose, un fraseo formal construido a partir de un único, mágicamente repetido movimiento, que en cada nueva escena expande como nunca las posibilidades del espacio. Con esa asimilada autoexigencia de duración, con esa dedicación exquisita a los momentos efímeros y con esa pasión por crear una poética específica que logre captar las agudas vibraciones de lo que se va extinguiendo, Hou Hsiao-Hsien ha hecho un milagro: una película de artes marciales extática, un melodrama que es un elogio de la extinción y un film cargado de maravillas sonoras casi inaudibles.

The Assassin (Taiwán/China/Hong Kong, 2015), guión de Hou Hsiao-Hsien, Chu T’ien-wen y Zhong Acheng, dirección de Hou Hsiao-Hsien, 105 minutos, editada en DVD y Blu-Ray por Well Go USA Entertainment.