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A través de su concepto de inscape (una suerte de interiorización de landscape, paisaje), Gerard Manley Hopkins nos propuso sentir el conjunto de características que dan a cada cosa su aspecto singular; al percibir esta fuerza interior del objeto, el espectador alcanzaría un momento epifánico, único e iluminador. De manera parecida, en su nuevo libro de poemas, que lleva por título Chesterton (título enigmático, salvo si recordamos que Chesterton, hombre religioso, intentó eludir los debates de los partidos políticos de su tiempo para concentrarse en la mirada ética, propuesta ordenadora también en el presente volumen), Alejandro Crotto busca la belleza completa a partir del encuentro con el detalle mínimo: el pan, el trigo roto, el ave campestre, la bruma y el viento. Aprehende la inmediatez, y desde esa situación intenta sentir el misterio y captar lo sagrado. En los dieciséis poemas que componen este hermoso libro, Crotto toca la esencia de las cosas y anota las vías de contacto que establecemos con ellas. “Entonces, de repente, percibir, / como creciendo en el carbón la brasa”, escribe en el segundo poema, para abrir el camino a lo que sigue. Destila la esencia del pulso vivo del mundo natural, descubre el átomo de cada ser y por esta vía alcanza para el poema un estado de completud, de tranquilidad y paz.
Los poemas de Crotto ponen énfasis en el cuerpo en relación con su entorno: el ojo que ve, la mano que toca, el cuerpo lavado por el sol o la brisa; la delicada sorpresa del que en la sencillez del objeto descubre cómo despiertan sus cinco sentidos. Tratan la dupla de toda realidad que, como la brasa que brota del carbón, es siempre fuente de revelación imprevista: como el adentro y el afuera de la tranquilidad campestre (dentro de la lambersiana, por ejemplo, donde se esconde un niño, el poema descubre el otro lado de las cosas, el secreto que yace en el interior de toda escena natural). Pero también pueden estar hechos del cacareo de las gallinas, la lluvia, el olor a campo; son recursos para estar en pleno presente y revivir nuestro pasado. Y por fin Crotto toca la realidad primaria del poema mismo, su ritmo, su métrica precisa, la sonoridad con la que apela a un sentir redondo. A veces recuerda la tradición del Siglo de Oro con su deliberada transformación de la materia (“Así como la lluvia cae del cielo”, por ejemplo, recuerda a Garcilaso; “Como forma la ostra en su interior la perla” nos acerca a Góngora). Pero más importante aún es que Crotto nos lleva a tocar la esencia del poema, el momento de la creación: explora los ríos subterráneos del sentido, descubre su vínculo con el misterio, piensa el fluir temporal que atraviesa el verso mismo. No cabe duda de que Chesterton enfoca la cuestión del tiempo, como lo ha de hacer todo poemario que mantenga cierto mérito. Pero aquí el tiempo fluye por los instantes de observación, por el cuidadoso uso de la métrica en el interior del verso, por el recuerdo mismo. Antes que nada, el tiempo pasa por el cuerpo de quien observa y siente.
Alejandro Crotto, Chesterton, Bajo la Luna, 2013, 46 págs.
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