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Debe haber gente que disfrutaba la vida en Gran Bretaña en los años setenta y ochenta. No la conozco. Un tema que surgió en los homenajes posteriores a la muerte de David Bowie se relacionaba con la escapatoria, o revelación, que había ofrecido el primer disco o, muchas veces, la primera aparición de Bowie en el programa icónico Top of the Pops. Leer los primeros cuentos reunidos en La invocación y otras historias, de M. John Harrison, da un idea de las situaciones de las que se quería escapar: casas construidas sin tener en cuenta el frío, el calor o, más sorprendente todavía, la lluvia o la humedad, con personas que han reemplazado la limpieza y el mantenimiento con actividades más escapistas como fumar y beber. Cuando uno sale de la domesticidad horrorosa que describen estos cuentos, se encuentra con centros y suburbios posindustriales, sucios e insulsos, llenos de transeúntes grises encorvados contra el viento, la lluvia o, un favorito de Harrison, el aguanieve.
En contraste con las invenciones y reinvenciones de Bowie, los mundos de fantasía —o realidad torcida— de Harrison no ofrecen ningún escape. Como acertadamente cita Matías Serra Bradford en su excelente introducción: “No podemos escapar del mundo. No podemos dejar de intentar escapar del mundo”. Pero los escapes que buscan los personajes están atestados de miseria, desesperación y hasta de mezquindad; aquí no hay starmen y, si hay mentes que estallan, no es el resultado de revelaciones estrambóticas sino de la entropía que resulta de vivir “en una época como esta, insípida y podrida al mismo tiempo”, como en la frase final de uno de los cuentos.
La atmósfera severa se acrecienta en la traducción de Laura Wittner, que es muy buena, aunque deja entrever que algunas complejidades e ironías inglesas se han perdido, haciendo la prosa un poco más enrarecida de lo necesario. Por ejemplo, al menos dos personajes en dos cuentos distintos “se tambalean” de un lado a otro, lo que les da una imagen más ridícula, quizás, de la que les da el original. Y una palabra a los correctores: ya hay bastante realidades alternativas como para ir inventando más localidades como Skelwith Bridgde (Bridge), o Candem (Camden) Town.
No estarán equivocados si lo precedente les hace suponer que algunos cuentos en La invocación… son de lectura más o menos arisca, por lo que aconsejaría alternar los textos de las secciones I y II con las ficciones más cortas y los fragmentos inéditos que se encuentran en las partes III, IV y V, donde se ve a un Harrison más juguetón y bon vivant; el cuento corto “Las paredes”, por ejemplo, es una joya borgiana, y las reseñas imaginarias aportan una inyección importante de humor. Muchas veces, agregar textos misceláneos es una indulgencia innecesaria en una colección, pero acá es un buen recordatorio de que incluso en el mundo o, mejor dicho, en los mundos de Harrison hay mucho para disfrutar. Donde cae aguanieve sucia también puede caer una nieve más pura y agradable.
John Harrison, La invocación y otras historias, traducción de Laura Wittner, prólogo de Matías Serra Bradford, Edhasa, 2015, 272 págs.
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