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Un travelling fluvial devela las estructuras verticales de los rascacielos en la lejanía. Más rústicas e informes, las construcciones habituales de una ribera urbana, sumadas a las grúas y las embarcaciones de pequeño calado, completan la imagen proponiendo un evidente contraste: el esplendor arquitectónico de la urbe junto a sus antiestéticas derivaciones alla patio trasero, aquello que una mirada gentrificada oculta por su naturaleza de desecho visual. Este plano inicial propone una divergencia seminal, una perspectiva que presiente y decide pensar el revés de una trama. Será entonces una mirada política la que guíe Recordá esto, el primer largometraje de Matías Capelli.
Y es que, vistas desde el río que las suele acompañar, todas las grandes ciudades se parecen, pero cada una recuerda el pasado a su manera. Mejor dicho: cada una propone un relato particular para vertebrarlo, líneas de sentido sobre las que se cimentan y se exaltan. El arte estatuario es una forma rotunda y ambiciosa de escribir una Historia, poblando el paisaje urbano de señales silenciosas que registran hechos, personajes, valores cuya pretensión de trascendencia amplifica todo aquello que se pretende conservar, enaltecer. Recordar.
Ante esa voluntad, hecha de piedra, mármol y bronce, Capelli contrapone un recurso cinematográfico que estructura la narración y a la vez define conceptualmente su mirada: la voz en off de una joven (Agustina Muñoz) que, a la manera de una carta oral, se comunica con alguien ausente y reflexiona sobre lo que vemos. “En tu lengua, la traducción literal de monumento es ‘pensá en esto’”, le dice, y así ella (y nosotros a su lado) desanda el camino que va de la estatua a los motivos que las forjaron, proponiendo lecturas alternas, habitualmente silenciadas.
Matías Capelli ejercita la memoria muy lejos de cualquier afán didáctico. Sólo pone nombres propios cuando su relato lo requiere, porque su énfasis está puesto en la materialidad de los elementos que su cámara describe en detalle, en las panorámicas que revelan en un mismo gesto contexto espacial y resignificación sensorial, en las constantes que su mirada contemplativa pero incisiva va descubriendo: la supremacía de los próceres guerreros, los caballos como vehículo bélico, las figuras femeninas (casi siempre desnudas) simbolizando valores abstractos.
El cuestionamiento perceptivo a la historia hegemónica también incluye caminos menos transitados, se diría paradójicos para el tema en cuestión: cuando las estatuas se mueven. Capelli recorre dos caminos en ese sentido. Por un lado, registra los camiones trasladándolas para su limpieza y mantenimiento. Allí las moles se reencuentran con la escala humana, donde exponen su fragilidad y a la vez se presentan los operarios que trabajan sobre ellas. Por el otro, al narrar los desplazamientos de las figuras de Cristóbal Colón y Juana Azurduy, pone de manifiesto la contingencia política, el devenir histórico, el posicionamiento ético y estético del gobierno de turno. La imagen de la patriota de Charcas diluyéndose en el plano donde priman los rascacielos es uno de los grandes momentos de la película, con su tempo reafirmando la lectura política de la escena.
Nicolás Prividera (autor de Tierra de los padres, film de 2011 que comparte con Recordá esto varios trazos concomitantes) propone “encontrar formas siempre renovadas […] para interrogar el pasado mostrando su inequívoca huella en el presente, y al presente mostrando su continua puesta en abismo del pasado”. De algún modo, Capelli honra aquellas palabras y registra el Zeitgeist de nuestros tiempos menguados cuando narra la historia del Monumento al Descamisado, la génesis de su época y la desgracia de su final. Mientras en sus monumentales cimientos, hoy cubiertos de un prado desprovisto de árboles, sólo crece una flor de metal (la Floralis genérica de Eduardo Catalano), buena parte de los conjuntos escultóricos construidos para aquel Coloso de Rodas peronista yacen hoy bajo las aguas del Río de la Plata, “vertedero, fosa común”, símbolo infilmable de nuestro destino trágico.
Recordá esto (Argentina, 2024), guion y dirección de Matías Capelli, 66 minutos.
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