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¿En qué momento logramos sentir casa el lugar donde vivimos? ¿Nos da el carácter hogareño conocer toda su historia? ¿Deja de tener secretos en algún momento? ¿Y qué pasa cuando esa misma casa fue habitada por todo nuestro árbol genealógico? Tomás Corradi Bracco se dejó impregnar por una seguidilla de coincidencias biográficas para llegar a crear así su Invocaciones: acto por necesidad de contexto, una obra fuera de espacios convencionales y que muta en impacto y locación a lo largo del tiempo. Porque, al igual que el presente, el sentido se sigue dislocando con nosotros.
La idea comienza con un libro que Corradi recibe como regalo de cumpleaños por parte de un compañero de trabajo (el dramaturgo brinda talleres de teatro y escritura en una clínica de salud mental). El obsequio es coherente con su profesión, pero no por eso menos profético: se trata de Conversaciones con Enrique Pichon-Rivière sobre el arte y la locura, de Vicente Zito Lema.
Poeta y psiquiatra comenzaron a reunirse en 1975, el mismo año en que los abuelos de Corradi compraron la casa familiar, “la sala orgánica”, podríamos decir. Conversan sobre las preocupaciones e intereses en común, tan amplios como compatibles teniendo en cuenta su voracidad intelectual. Corradi, imantado por la lectura, consiguió los derechos editoriales para poder montar una suerte de espejo teatral. Pero con el correr de la experimentación, una especie de puesta en práctica de los mismos conceptos que sugiere el libro, los ensayos en la casa original manifestaron otra clase de expresión: aquella que devuelven las paredes y que no son otra cosa que la fuerza de reacción ante sus habitantes históricos. Las figuras accidentalmente rupestres de las cáscaras de humedad, la meseta de polvo sobre la esquina de una ventana o el tono cansado de un piso de parquet.
Existirá al principio la mención trivial de una serie contemporánea (Atlanta). Pero la obra desajusta la anacronía haciendo el paralelo con ciertos momentos tétricos del identikit argentino: el Rodrigazo, la Guerra de Malvinas y el menemismo. Tres épocas no tan distantes en su crudeza, pero sí opuestas en el espíritu en que se aloja este proceso creativo, acorde al de varias voluntades de la comunidad escénica porteña: la urgencia por pasar más tiempo con los nuestros. En este caso, serán los intérpretes Antonio Dziembrosky, Bruno Leichman, Camila Pizzo, Manuel Caponi, Lola Penélope Roig Vibart, Lucia Sorans y Sol Zaragozi.
Frente a las huellas pasionales, Invocaciones absorbe un pasado y lo hace convivir con las marcas incómodas del ahora: allí donde las personas evitan mirarse a los ojos, donde la interacción humana es proeza, la obra abre primero desde lo concreto como una puerta lúdica, pero también transporta a partir de su gran profundidad, que hace posible estar viendo en un mismo momento tres escenas en simultáneo, dando a los espectadores una competencia permanente de interés. ¿Me detengo en los guardapolvos? ¿En los bucles del cable del teléfono? ¿O en la trompada en cámara lenta? Invocaciones es un juego de ritmos tan estrepitosos como el país donde avanza. El público puede preguntarse por su propio rol, si acaso su presencia obstruye o completa la narrativa. El cuestionamiento de la linealidad del dispositivo ficción, muchas veces sin posibilidad de quiebre en una sala tradicional, agita en esta puesta un baile atávico que ante las preguntas que ofrece, prefiere sumar un plato extra a la mesa en vez de dar el portazo.
El proceso de escritura quizás haya sido la necesidad primera a la que alude el título, una práctica que llevó a su autor a endiablarse con los fantasmas de sangre. Estrenada en 2024 en el espacio de artes visuales y residencias Casa Belgrado (ubicada a unas cuadras de la casa real), la obra regresa en otras escenografías, aunque sin desprenderse de su máquina material.
Aun sabiendo las digresiones que se perciben con el correr de las aperturas, Corradi tiene presente que su obra debe representar lo maravilloso y lo siniestro que tiene toda obra de arte. En esa dualidad compone: la calidez de una dedicatoria en un libro, el melodrama de una pareja doblemente televisiva (por setentosa y porque sólo veremos un plano medio corto), pero también la absurda herida bélica o los infernales vínculos maternales.
Invocaciones: acto por necesidad de contexto, de Tomás Corradi Bracco, La Mansión Cultural, Buenos Aires.
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