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Por alguna pradera del Midwest, cabalgando a toda máquina y alegremente, una locomotora de vapor se alimenta con la madera de los propios vagones, mientras estos se van quedando sin chasis. La exhibición Ingobernables, de Dudú Quintanilha, queda enfrentada a esta escena de Los hermanos Marx en el Oeste, contrarrestando cualquier frenesí de escala.
Cimentada en un engranaje de bajo costo (una cámara, tres cuerpos y una tela colgando), esta fórmula, que a veces resulta retórica y falsa, aquí es un antídoto. Para que no queden dudas, Quintanilha lo afirma con su voz: en ciertos pasajes de los videos que se exponen se lo escucha en repetición diciendo: “This arte is povera”, para luego trasmutar a frases como: “tropical/edulcorado”. A continuación, veremos que ningún elemento parece foráneo al contexto donde se filma; el material que se proyecta apela a una dinámica en clave ecológica.
Ingobernables se divide en dos videos proyectados sobre una pantalla blanda que cruza en diagonal la galería y la transforma en carpa y campamento. En el primer video, Variaciones, se deja asentada una bitácora que pareciera ser un tutorial de trabajo para el propio artista. En una atmósfera densa y algo triste, se le da preferencia a la voz como elemento previo performático y a un intento inconforme por hacer que los cuerpos que aparecen encajen o se compongan con el espacio.
Las escenas se suceden y hay mucho material: en un pasaje escuchamos a Quintanilha dando indicaciones a un intérprete; acto seguido se ven las respuestas corporales, pero en fast forward, como en una película que nos aburre y queremos terminar. La reproducción no entra nuevamente en play hasta la siguiente indicación verbal; luego de escucharla por completo, vuelve el FF. El video se adelanta quizás porque la interpretación del performer no resultó acertada, o porque Quintanilha advierte que con la dirección ya es suficiente, pero no omite y no edita lo producido por el performer, sino que deja que las escenas actúen como compost, un desecho orgánico, sintetizado aquí por el proceso temporal de la cámara rápida.
En el siguiente video, Pasitos, tres cuerpos, a veces cuatro (o no se sabe), quizás uno solo, incluyendo el del artista, componen una biomasa que se configura bajo un ritmo insistente de golpecitos. Un sonido métrico de las palmas sobre los otros cuerpos, sobre el piso y sobre sí mismos, que van definiendo el límite de esa masa y la cartografía del espacio. Sin dejar más huellas geológicas (this arte is povera) que las del ensayo, el trabajo emerge al amalgamar registros con una cámara fija en salas y galpones alquilados.
En Ingobernables nunca encontramos un proceso hacia una pieza final. Quintanilha se niega a gastar una energía actoral que repita lo ensayado.
Dudú Quintanilha, Ingobernables, Mite galería, Buenos Aires, 16 de octubre – 14 de noviembre de 2015.
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