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En 1969, con los restos del Instituto Di Tella aún tibios en la calle Florida, el siempre barbudo Jorge Glusberg presentaba en sociedad su flamante proyecto institucional: el Centro de Arte y Comunicación, a.k.a. CAyC. Fue durante los accidentados años setenta, paradójicamente la época de mayor esplendor del Centro, cuando Glusberg asumió la difícil tarea de llevar el más reciente y experimental arte argentino al resto del mundo. Con un fuerte impulso institucional, siguiendo el modelo de EAT, proyecto creado por Robert Rauschenberg unos años antes, y bajo el paraguas de su sello de marca, el arte de sistemas, el crítico se abocó a la labor de promocionar a un grupo de artistas que de alguna u otra manera se adecuaban a esta categoría. La muestra de Fundación OSDE da cuenta del desarrollo de las estrategias divisadas por él para la creación de este nuevo arte regional.
La apropiación de la categoría arte de sistemas, vinculada a producciones conceptuales, y su adaptación a la coyuntura político-social de una Argentina atravesada por golpes de Estado y breves respiros democráticos le permitieron a Glusberg afrontar el desafío que implicaba la creación de un circuito regional con proyección internacional para un arte que estaba lejos de adecuarse a los criterios artísticos de los gobiernos de facto de la época. El resultado:una nueva categoría, conceptualismo ideológico. Invención del crítico para señalar un arte plagado de tintes althusserianos, cuyo punto álgido sería la muestra Arte e ideología, realizada en la Plaza Roberto Arlt en 1972. Los trescientos metros de cinta negra de Horacio Zabala, que daban la vuelta a la plaza vistiéndola de luto, hablan elocuentemente de las experiencias estético-políticas del grupo del CAyC. La obra refería de manera asintótica al fusilamiento de militantes en Trelew ese mismo año. A esta tragedia se refería también La realidad subterránea, una instalación compuesta por dieciséis cruces pintadas sobre una pared y una serie de fotografías del Holocausto expuestas bajo tierra, que causó la clausura de la exposición sólo un día después de su inauguración. Aunque apenas mencionado en el guión curatorial, este hecho marcaría un amargo porvenir de censura y persecución para estos artistas.
La muestra en cuestión despliega un conjunto de obras de esperable corrección historiográfica nunca antes reunido en la misma sala; el esfuerzo museográfico es notorio. Alrededor de cinco ejes temático-cronológicos, organiza trabajos que dan cuenta de las diferentes etapas que atravesó el CAyC, desde las primeras producciones que exploraban los vínculos entre arte y tecnología hasta las obras que conformaron la instalación que consagraría al grupo en la Bienal de San Pablo de 1978. Lamentablemente, tal vez a causa de ese rigor historiográfico, la muestra padece de cierta anemia emocional y falla en transmitir la tesitura de una década caracterizada por la conmoción política y el esplendor institucional, dejando al espectador a merced de su propio archivo.
Arte de sistemas. El CAyC y el proyecto de un nuevo arte regional. 1969-1977, curaduría de María José Herrera y Mariana Marchesi, Espacio de Arte de Fundación OSDE, Buenos Aires, 25 de julio a 5 de octubre de 2013.
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