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Así van las cosas

Fischli & Weiss

ARTE

Así van las cosas (Der Lauf der Dinge, 1987) es quizá la obra más celebrada de los artistas suizos Peter Fischli (1952) y David Weiss (1948–2012), que trabajaron en colaboración desde 1979 hasta 2012, y es una muestra perfecta de la singular combinación de rigor conceptual y humor absurdo que los caracteriza. Para el video, construyeron una estructura de unos treinta metros con objetos de uso cotidiano −sillas, globos, pavas, zapatos, rampas, mesas, neumáticos, aerosoles−y se valieron de la gravedad, el agua y el fuego para producir una reacción en cadena que se prolonga increíblemente durante media hora. La conjunción de construcción inestable y calculada naturalidad, slapstick y sofisticada ironía, resultan en un tour de force desconcertante, divertido, hipnótico.

Aunque Así van las cosas no quiere ser más que lo que es, invita a muchas lecturas: una burla mordaz de las relaciones de causa y efecto, la futilidad del progreso, la transformación del gasto en energía, el curso aparentemente arbitrario de la historia, la teoría de los sistemas, la entropía y la idea de la existencia como broma cósmica. Se la ha interpretado incluso como comentario sobre la Revolución Francesa y metáfora de la transmigración de las almas. Más aún, la obra coloca al espectador que asiste a la secuencia de acontecimientos que se suceden en el largo travelling de una sola toma en una posición objetiva y a la vez ambigua: ¿ángel de la historia? ¿dios deísta que puso en marcha el mundo para luego retirarse? ¿testigo impotente del curso de un desastre? Cualquier intento de asignarle a la obra un sentido simbólico o metafórico grandilocuente, sin embargo, fracasa frente al espíritu lúdico que socava la posición de privilegio de los propios artistas. Fischli & Weiss recurren a materiales cotidianos sencillos y adoptan una actitud escéptica que acierta a subvertir las jerarquías estéticas. Se diría que minan el estatus elevado del objeto artístico y del artista mediante la propia invención de un complejo mecanismo delirante, creado para realizar una tarea aparentemente inútil. Aun así, la persistencia tenaz de la serie de acontecimientos triviales que componen el proceso de autodestrucción de treinta minutos, la concatenación de momentos que bordean la catástrofe y modestos triunfos, denotan por fin una inesperada fe en la suficiencia de las cosas. Esta confianza, combinada con el tono burlón del conjunto, atenúa los sentidos algo melancólicos de Así van las cosas con una cuota de vacilante optimismo y maravilla.

Traducción de Graciela Speranza.

 

Fischli & Weiss, Así van las cosas, Malba (Sala 1), Buenos Aires, marzo – junio de 2013.

 

 

 

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