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El trabajo invisible

Lucía Reissig

ARTE

Tal vez a causa de una intuición sobre El trabajo invisible de Lucía Reissig sea interesante pensar en la forma en que se llevó a cabo, en el lugar y en la importancia de sus vínculos.

No se trata sólo de una exhibición de piezas, ni de una performance de esas inacabables, ni de una instalación, ni de otro formato usual de las presentaciones de arte contemporáneo. Con una mesa —que amaga con ser de taller— en el centro de la galería, es posible imaginar que lo central es la reunión. Esta mesa lleva encima un texto de sala que aborda líneas de micropolíticas y formas de vida y, curiosamente, no lleva la firma de sus autoras.

La vista desde afuera de la galería evoca un minimercado y verdulería de barrio, se pueden ver las vidrieras: trapos rosas, amarillos y grises tipo ballerinas y rejillas que se autosostienen como moldes deformes sobre cubos de espejos. Las formas parecen contar las historias sobre el trabajo de limpieza para el que fueron usados; Lucía limpiando baños, bachas, mesadas y un montón de cosas en casas que no son suyas, pero que se ven a diario por Instagram. Se lleva los trapos de sus clientes a la casa y los pone en su taller, donde conservan esa forma rigidizada, gastada, como si se llevara un documento que es testigo y materia prima a la vez.

De nuevo en Selvanegra, una biblioteca en la que está disponible el libro Proyecto NUM (editado por un grupo de mujeres del cual Lucía es parte, reúne una edición de dos años de arte feminista en la Argentina). Al lado, una bandera del Sindicato de Trabajadorxs Invisibles —de nuevo una tela— que cuelga cerca de la vidriera mostrando una cara fuera y otra dentro. La bandera es un estandarte de la idea de escuchar en el hacer, en cada puntada habla de una inteligencia de mujeres que se reúnen a compartir experiencias.

Contra la pared se muestra una fotografía enmarcada de Lucía en la niñez jugando en una cocinita. Parece escucharse continuamente una acusación: ustedes lo mezclan todo, sobre el feminismo, sobre el 8-M. Quizás lo único que está bien es mezclarlo todo. ¿Qué es obra? ¿Qué es militancia? No es fácil saber cuándo empieza una cosa y cuándo termina otra. Sólo si la radicalidad no está en los extremos podemos pensar en inflexiones: fueron las acciones las que tuvieron el rol más importante en esta muestra, reuniones donde no existía la propiedad privada intelectual. Una premisa: todo es de todas y de cada una y a la vez no es de nadie. Como un salvavidas de la individualidad que atenta contra las ideas preconcebidas de la materialidad y la forma de trabajo en las exposiciones.

Parece necesario trabajar con amigas, aliadas, las instituciones no tienen nada que ver con este cuidado. Y en su capricho de querer seguir dibujando sobre los trapos —trapos que no tienen más que el trabajo que les pasa por encima y por debajo—, existe un detenimiento en el uso de las palabras, en la reconstrucción del lenguaje: en el stencil que hicieron en la primera acción junto con las inmigrantes, en el título de la muestra que toma un término que se usa para hablar del trabajo no remunerado, y se reafirma: no fue magia, fue la fuerza de mi trabajo (no remunerado). Y reafirmamos: no fue magia, fue la fuerza de mi trabajo.

 

Lucía Reissig, El trabajo invisible, Selvanegra Galería, Buenos Aires, 2 de marzo – 9 de abril de 2018; FACA Feria Arte Contemporáneo Argentina, Hipódromo de Palermo, Buenos Aires, 25 – 28 de mayo de 2018.

17 May, 2018
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