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“Archivo” es una palabra clave para leer la última película de Albertina Carri. La búsqueda minuciosa de quien persigue algo del pasado, una labor a la vez física y sutil, se afirma como el centro del relato en este film que la realizadora tenía entre manos hacía tiempo: el proyecto de abordar la vida del bandido rural Isidro Velázquez, en quien su padre, el sociólogo Roberto Carri, se había basado para escribir el ensayo Isidro Velázquez. Formas prerrevolucionarias de la violencia (2001). Carri padre, investigador y militante desaparecido en la última dictadura cívico-militar de la Argentina, deviene en la película de su hija personaje fundamental o, mejor, se vuelve indiscernible de su objeto de estudio, el gaucho cuatrero. Al mismo tiempo, los viajes que Carri hija debió emprender para rastrear filmotecas, papeles sueltos y recuerdos se transforman en el eje mismo de la narración. Los tres (Velázquez, Carri padre, Carri hija) componen así el elenco principal de esta película, cuyos avatares están siempre mediados por la voz omnipresente de la propia directora. Esa voz —monocorde, precisa, nunca nostálgica— se imprime sobre diversas secuencias de imágenes de archivo (películas desaparecidas y recuperadas; fragmentos de programas de TV y propagandas nacionalistas de la dictadura; publicidades…). El espectador ve en simultáneo dos, tres y hasta cuatro secuencias sobre la pantalla que se multiplica.
“La búsqueda del tiempo perdido siempre es errática”, sintetiza Carri en los primeros minutos del film. Y la frase prefigura la película, cuya forma es efectivamente errática y múltiple, como la pantalla o como los caminos recorridos por la directora a lo largo de su escritura y realización. Entre Chaco, La Habana y Buenos Aires, la narración en off reconstruye en primera persona los principales capítulos de la pesquisa, mientras la narración de las imágenes se fragmenta para conducir, potenciar o subvertir el orden del discurso.
Cómo reconstruir el pasado, pregunta Carri, y responde contundentemente con la película misma. Cómo construir el presente y el futuro, pregunta Carri, y la respuesta resulta más esquiva, prefiere enfocarse sobre la historia familiar antes que abrirse hacia la historia nacional. Entre la generación de revolucionarios que fueron sus padres y la pura potencia de su pequeño hijo, Albertina Carri se afirma como la narradora poderosa de un pasado que no se hereda, sino que se elige y edifica.
Cuatreros (Argentina, 2016), guión, dirección y narración de Albertina Carri, 83 minutos.
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