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CINE y TV

En una entrevista por radio, Ahmir Khalib Thompson, mejor conocido por el apodo Questlove, cuenta que gran parte de su formación en la música popular consistió en escuchar bandas que no le interesaban, con cuya música no se identificaba: “Si quería ver ‘Billie Jean’ en MTV, me tenía que aguantar cuatro horas de Def Leppard, Phil Collins, Thomas Dolby […] Ahí sentado, esperando que apareciera Michael Jackson, de repente iba absorbiendo toda esta otra música”. Quizás menos relevante hoy en el modo autoservicio de YouTube, esa lógica de cupos raciales es inopinadamente replicada por Summer of Soul: después de cincuenta años de relatos, imágenes, celebraciones y mistificaciones del festival de Woodstock, piedra angular del imaginario hippie y su inspiración bucólica, Summer of Soul nos revela que ese mismo verano y en plena ciudad de Nueva York tuvo lugar el Harlem Cultural Festival, injustamente etiquetado de “Woodstock negro”: una serie de seis conciertos dominicales gratuitos entre junio y agosto de 1969, en un parque del barrio de Harlem que desde entonces ha cambiado de nombre. Hal Turchin, un productor de TV free-lance, lo registró en video profusa, portentosa y muy frugalmente (su presupuesto era mínimo), con la ambiciosa certeza de que el material sería requerido por cadenas de TV y fuente de uno o varios documentales. Pero los pedidos nunca llegaron, los pocos proyectos que llegaron a esbozarse fueron repetidamente postergados, y los registros quedaron prácticamente sin exhibición hasta hoy.

Questlove, una de esas personalidades multifacéticas del presente, lo tomó como uno más de sus variados emprendimientos. Figura notable de la escena del hiphop en los noventa, ha publicado libros sobre música y cocina, es responsable de la playlist que acompaña las memorias de Michelle Obama y aparece a diario, como baterista y líder de su banda The Roots, en uno de los programas de TV más populares de Estados Unidos. Summer of Soul es su primera película y responde a la inquietud sobre el efecto que el Harlem Cultural Festival, de haber ocupado su merecido lugar en el imaginario cultural nacional, hubiera tenido en su vida de chico negro interesado en la música. Esta vocación política se impone sobre la estructura fija y cerrada del concert documentary. Con la adición de imágenes de archivo que ilustran los eventos de la época y entrevistas contemporáneas a asistentes, intelectuales generalmente vinculados al movimiento por los derechos civiles y participantes del show —con la notable excepción de su carismático organizador, Tony Lawrence, de quien no se ha vuelto a tener noticias—, se articulan varias narraciones que buscan darle sentido al evento y explicar su borramiento histórico.

El relato más a flor de piel surge de reordenar sutilmente el programa de los conciertos para presentar un crescendo de radicalización política. Una figura del tercer concierto, Stevie Wonder, aparece antes de los títulos, y desde el foco en la celebración de la identidad afroamericana y el vigor de su cultura, no sólo música, también moda, peinados, una sociabilidad “negra”, y sobre todo un lugar, Harlem, se proyecta una línea de conciencia política que culmina en la crudeza del show de Nina Simone, uno de los pocos segmentos del trabajo de Turchin que había tenido cierta difusión previa. Según el impreciso programa del festival que puede encontrarse en la web, Simone se presentó el penúltimo domingo, pero su provocadora lectura del poema "Are you ready?" de David Nelson —un llamado expreso y pedagógico a la rebelión violenta, cercano a los tonos del Tercer Cine que surgía en aquellos años— se reserva para los últimos diez minutos de la película. El relato más autocomplaciente es el que cuenta la empresa heroica de organizar el festival, procurar la autorización en un clima adverso a la congregación masiva de afroamericanos en Estados Unidos después de violentos incidentes en los años inmediatamente anteriores, recurrir a los Black Panthers para proveer la seguridad que el Estado negaba, llevarlo a cabo sin incidentes, registrarlo en video y finalmente convertirlo en esta película que restituye a la memoria pública un evento silenciado y reivindica una tradición menospreciada. Pero el relato más poderoso, el más conmovedor, el que está más vinculado al verano de Black Lives Matter y nos habla más hoy, es el que desplaza el protagonismo del festival, y de la película, desde el escenario hacia el público, y toma plena forma con el cierre del festival: Sly and the Family Stone invitan a los asistentes a cantar “Higher” mientras dejan sus micrófonos y se retiran del escenario.

 

Summer of Soul (…Or When the Revolution Could not be Televised),

dirección de Ahmir Khalib “Questlove” Thompson, 2021, 118 minutos, disponible en Star+.

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