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Todo Desconfiar de las imágenes (libro que sólo existe en español, en la edición porteña de Caja Negra) se fundamenta en las imágenes mismas respecto de las que llama a sospechar. Esa operación, a la vez de desconfianza y de creencia, distingue a Harun Farocki de la tradición de la teoría crítica francfortiana que en gran parte hereda, así como de otros cineastas radicales contemporáneos. Los artículos que componen el libro (seleccionados por Inge Stache y Ezequiel Yanco) son, en gran parte, notoriamente semejantes a sus películas: narran el proceso del film de un modo análogo a la manera en que este se despliega frente a nuestros ojos. Habría que decir, sin negar la irreductibilidad de la imagen y del texto, que Farocki escribe como filma y filma como escribe. Se trata, en ambos casos, de un pensamiento en proceso: en los artículos, de un pensamiento analítico de la imagen; y en las películas, de una imagen-pensamiento o de una imagen analítica. Farocki elabora así, en sus artículos como en sus filmes, una pedagogía (sus primeras películas, junto con Harmut Bitomsky, eran filmes didácticos sobre economía política marxista) que enseña a mirar no sólo para reconocer la fantasmagoría de la imagen cinematográfica, sino también para encontrar su verdad por medio de la analítica misma. De modo que para Farocki la imagen oculta y, aun así, nunca deja de mostrar, de revelar; la imagen es una forma de la dominación ideológica, pero también está inscripta en ella la posibilidad misma de la emancipación.
Por esa razón, no hay en Farocki un dualismo que opondría la imagen falsa a la imagen verdadera, lo que ella oculta a lo que revelaría una imagen nueva. Nada más lejos de su idea –y de su práctica– del cine que la tesis de Guy Debord de la imagen como forma del espectáculo que opaca y aliena la vida, detrás de la cual la vida se hallaría russonianamente intacta en su plenitud. Tampoco para Farocki el destino de la imagen es su cosificación irremediable, la anulación de cualquier saber sobre su objeto por el uso que se le ha dado. De ahí la discusión –implícita– que uno de los textos más importantes del libro, “Cómo mostrar a las víctimas”, plantea con la tesis de Claude Lanzmann de que toda imagen del acontecimiento nazi está ineludiblemente cosificada y, por tanto, museifica la historia en lugar de actualizarla. Farocki demuestra en ese texto –como en la película que en ese texto se narra, Respite (2007)– que la imagen del acontecimiento no hizo más que cambiar a lo largo del tiempo (del sistema de los campos primero al asesinato sistemático de los judíos después, y luego, más recientemente, a la persecución del pueblo gitano y de los homosexuales). Para el cineasta no hay pues imagen estable, sino, en todo caso, un estado de mutación constante e insensible que, por ello mismo, es preciso saber mirar.
Harun Farocki, Desconfiar de las imágenes, traducción de Julia Giser, selección y prólogo de Inge Stache y Ezequiel Yanco, prólogo de Georges Didi-Huberman, Caja Negra, 2013, 320 págs.
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