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El anarquismo

Édouard Jourdain

TEORÍA Y ENSAYO

El siglo XIX ha sido matriz de profundas reflexiones políticas que todavía persisten en nuestra contemporaneidad. Esquirlas del pasado, tal vez aturdidas por sus mutaciones, pero manifestando todavía sus puntos centrales. Una lista apresurada no puede dejar de lado el socialismo utópico, el liberalismo no sólo en su faz económica, el incipiente nacionalismo, el marxismo y la más arriesgada de las propuestas: el anarquismo. A lo largo de la historia de nuestra especie podemos toparnos con diversos antecedentes de estimulante espíritu ácrata: la escuela cínica iniciada por Antístenes, continuada por Diógenes de Sinope; el núcleo de los primeros cristianos de iglesias disidentes que tiene como representantes a San Jéronimo, Tertuliano, Lactancio. No se puede dejar de mencionar como piedra fundamental a Étienne de La Boétie y su Discurso de la servidumbre voluntaria o las intuiciones no sistematizadas de William Godwin. Cada uno de ellos ha bosquejado, a partir de sus robustos textos, líneas que anticipan el esquema urdido por el anarquismo. Resplandores de nociones ético-políticas que todavía iluminan la oscuridad de nuestra limitada acción política.

Ahora es el turno de Édouard Jourdain, un correcto doctor que imparte sus clases en la École des Hautes Études en Sciences Sociales. Su texto se configura como un modesto manual titulado El anarquismo, una oportuna guía para lectores que no tienen vínculo con el —injustamente— estigmatizado anarquismo. La intención es loable. Sin embargo, es difícil no observar ciertas dificultades de la empresa. Se intenta aquí realizar una introducción a los más relevantes pensadores de la tradición, arriesgando hipótesis y esbozando minúsculas biografías de los autores involucrados, pero las escuetas doscientas páginas que tiene la edición en castellano ofrecen una propuesta limitada. ¿Cómo se puede comprimir “vida y obra” de Proudhon, Bakunin, Kropotkin, Stirner, Clastres, Ellul y Castoriadis? Además, por supuesto, de explicar las diferentes ramificaciones, luchas internas, diferencias que ha tenido “la idea” a lo largo de su historia. La exposición es acaso demasiado esquemática y a veces resulta excesivamente condescendiente con el lector. Más que un ensayo que asume riesgos, el texto se acomoda con cierta simpleza dentro del formato del paper académico. Es ese el punto donde parece perder vitalidad —la vitalidad que su objeto de estudio respira con brío— y cae en descuidos. Por otro lado, sí se puede resaltar como un acierto su intención de bucear en las tendencias que podríamos denominar “post-anarquistas”, expresadas por activistas como Murray Bookchin o Hakim Bey.

Hay otros manuales sobre anarquismo y tal vez logren un resultado más poderoso: El anarquismo, de Daniel Guérin; Los anarquistas, de Irving L. Horowitz; Pequeño léxico filosófico del anarquismo. De Proudhon a Deleuze, de Daniel Colson; Políticas del rebelde, de Michel Onfray y hasta Del socialismo utópico al anarquismo, de Félix García Moriyón. Ninguno de ellos, por otra parte, tiene el honor de estar precedido, como es el caso de este de Jourdain, por un prólogo de Christian Ferrer, que todavía se atreve a considerar a los anarquistas como aquellos que “habían venido a escribir el epitafio de nuestra sociedad”. Ojalá vuelvan.

 

Édouard Jourdain, El anarquismo, traducción de Hernán Díaz, Paidós, 2014, 196 págs.

 

13 Nov, 2014
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