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Filosofía natural

Paul Feyerabend

TEORÍA Y ENSAYO

Feyerabend no descubrió esa perogrullada de escindir un pensamiento en contenido y forma o, mejor, de elaborar la unidad íntima, inextricable, que la escisión forma/contenido supone, pero él la catapultó al centro del escenario científico. Y lo hizo con gestos que generan incomodidad: difícil leerlo y ser indiferente. O comprás el paquete o lo devolvés con gritos de indignación. Lo peculiar radica en que en lugar de elaborar la crítica desde el exterior de la ciencia, desde la filosofía, lo hizo desde su riñón. Se propuso demostrar que el conocimiento absoluto que la ciencia se arroga es una construcción que reprimió y confinó al sinsentido otras formas de saber tan válidas como ella. En la práctica sistemática que minusvalora los saberes prerracionales, en la “aversión” que profesa por otras formas de pensar y vivir (poéticas o por imágenes), “se esconde [el desconocimiento] detrás de una jerga erudita”.

La batalla no se reduce a una forma de pensar que enfrentaría a otra forma. Se trata de devolverle a cada forma de vida su mundo subyacente, con sus “hipótesis ocultas sobre el espíritu, el cuerpo, el pensamiento y la sensación”, una “complicada red de relaciones”, para así poder decidir luego (consciente o inconscientemente) cuál forma favorece una vida feliz: “Hasta la materia inanimada reacciona a su entorno de manera selectiva, mostrando su carácter específico”. No hay manera de cumplir exitosamente este proyecto, el único proyecto a la altura de lo que se pretende investigar.

Para que el estilo de vida racional reemplazara al estilo de vida mitológico como modo natural de comprender la naturaleza, se requirió previamente una transformación de la experiencia común de las personas. Hay una forma de vida para la cual “La animación del mundo, las intervenciones de los dioses y la ‘franqueza’ de la vida anímica no son prejuicios”. No se trata de rebatir la razón con apelaciones a lo irracional, se trata de criticar la razón desmenuzando los enunciados que la “defienden”, develando “las formas de conducta” que ella supone, ubicándola entre los fenómenos que la enmarcan.

El grito anárquico que Feyerabend dio en Contra el método (1975), “Todo vale”, proporciona un estado de ánimo muy liberador; las reacciones iracundas que despertó, igualmente, lo sumieron en una gran tristeza, según cuenta en Matando el tiempo (1995). En Filosofía natural –su libro póstumo, incompleto, fragmentario, supuestamente perdido y encontrado por azar–, la búsqueda es más modesta, sin dejar de ser titánica: repensar el origen vital del pensamiento, indicar que un proceso de conocimiento centrado en la razón es empobrecedor de experiencia y deshumanizante. La carta con el pedido de año sabático con la que concluye el libro da cuenta de lo desmesurado y pasional de sus búsquedas. Nada le era del todo ajeno.

Paul Feyerabend, Filosofía natural. Una historia de nuestras ideas sobre la naturaleza desde la Edad de Piedra hasta la era de la física cuántica, traducción de Joaquín Chamorro Mielke, Debate, 2013, 337 págs.

16 May, 2013
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