Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
más fiable que Google, Instagram, Youtube, Twitter o Spotify.
Lleva veinte años haciendo crítica, no quiere venderte nada y es gratis.
Apoyanos.
La forma inicial es una compilación de conversaciones, entrevistas y conferencias que establecen directa filiación con Crítica y ficción. Por eso, vale la pena recordar un párrafo de la entrevista que abría ese libro en su edición del año 2001 y que bien puede guiar el encuentro de estos textos: “¿Cómo me gustaría que se leyeran mis libros? Tal cual se leen. No hay más que eso. ¿Por qué el escritor tendría que intervenir para afirmar o rectificar lo que se dice sobre su obra? Cada uno es dueño de leer lo que quiera en un texto. […] Después que uno ha escrito un libro ¿qué más puede decir sobre él? Todo lo que puede decir es en realidad lo que escribe en el libro siguiente”.
Pues bien, los textos que componen este “libro siguiente” celebran la literatura como discurso que se arriesga a confrontar con las agrietadas y agrias ficciones que ordenan la lógica de la hegemonía del mercado. Piglia se ha vuelto hace tiempo un amplificado referente del campo intelectual y, sin embargo, a pesar de sus apelaciones a la vanguardia y la equivocidad de pensarse en el límite del mercado, no parece suponer que ha devenido en autor oficial. El grueso de sus postulaciones y cuestionamientos cargan una reflexión comprometida, indican problemas, puntos ciegos y debates que se consideraban concluidos. Dicta en sus entrevistas una usina donde exponer su dinámica de géneros contaminados. Ordena el escenario de recorrido para su ficción. La estrategia persistente es la lectura como producción de sentido, los protocolos de lectura, la densa relación que se establece entre el texto y la propia vida.
A algunos nos complace asumir que Piglia es uno de nuestros cómplices en esa banda en cuya “causa justa” resiste la pasión de naufragar en los bordes del lenguaje, transformando la escritura y la reflexión en lazos de crítica y ficción. Piglia se proyecta en esa sofisticada y extraña clase de escritores que elaboran artefactos literarios —como el I Ching o El libro del desasosiego— que pueden abrirse al azar en cualquier página para sorprenderse por una imagen, un argumento osado o una conjunción entre nexos inauditos. Un sello indiscutible se sostiene en las hipótesis heterodoxas que iluminan el recorrido. Complot, plagio y paranoia, reelaboración del policial, tesis atrapantes y un tenso vínculo con el canon son recurrentes en sus narraciones críticas. No sabemos si con humor o sarcasmo responde a una pregunta: “¡Lucho por el socialismo!”. Por momentos, leer La forma inicial es como deambular con una respiración consciente de su artificio. Su lectura puede acorralarnos frente a los deleites y afanes que se presentan en espectrales espejos donde reconocerse es luchar con los ensueños de nuestros prejuicios innombrables. Tal vez sea un universo de literatura futura.
Ricardo Piglia, La forma inicial. Conversaciones en Princeton, Eterna Cadencia, 2015, 264 págs.
En 1951, Heidegger afirmó: “la ciencia no piensa”. La frase era una provocación (fue pronunciada ante un auditorio poblado por científicos), pero también decía mucho respecto de...
“Se necesita una narrativa literaria para decir cosas indecibles”, explicó Diana Goescht en alguna entrevista, “no para argumentar o persuadir, sino para situar al lector en tu...
El ensayismo estético pone en su centro la zona de contacto entre el arte y la teoría. Quizás el mote de “ensayo” sea la respuesta a esa...
Send this to friend