“¿Soy yo ese no-cuerpo, envuelto en velos, alejado cuidadosamente, mantenido apartado de la Historia, de las transformaciones, anulado, mantenido al margen de la escena, al ámbito de la cocina o al de la cama?”, se interroga Hélène Cixous en La risa de la medusa (1975). Según la autora, la mujer habita (es) un continente negro al que le han querido hacer creer que lo que le interesa es el continente blanco, ese que se proyecta sobre ella. El cuerpo femenino, en calidad de “otro”, ha sido colonizado y definido hasta convertirse en una materia sumisa sobre la cual dictaminar.
¿La nación tiene cara de mujer? Mujeres y nación en el imaginario letrado del Uruguay del siglo XIX, de María Inés de Torres, aunque sin intención, toma nota de esta metáfora tierra/cuerpo femenino y responde la pregunta de Cixous. Sobre la base de los conceptos de comunidad imaginada de Benedict Anderson y el ensayo de Ángel Rama sobre la ciudad letrada, la autora ancla su investigación en la idea de nación como un artefacto cultural y analiza cómo la literatura uruguaya del siglo XIX supo encontrar en la representación de lo femenino un elemento fun(da)cional para la construcción del Estado oriental. Como relato legitimador de un sistema político-simbólico, la poesía patriótica no sólo produjo significados, sino también la misma realidad que parecía describir. Así, desde un comienzo, la literatura se preocupó por crear una historia con héroes e insignias, pero además, en la construcción de esta geografía, estableció un mapa de géneros, donde se definía la verdadera femineidad y masculinidad. La imagen de una nación sexuada, según la autora, fue posible principalmente por una asociación entre el terruño y la familia patriarcal. Esta, como microcosmos del Estado, sirvió para asentar un discurso del deber ser que se fue naturalizando en el ámbito privado y público. A través de un análisis minucioso de textos canónicos, como El Parnaso oriental o Tabaré, y otros más marginales, como El charrúa, el ensayo desarticula las estrategias narrativas que hicieron posible esta normalización y, a su vez, desmenuza los intereses subyacentes en las figuraciones de la lírica neoclásica y romántica.
A partir de la deconstrucción de las retóricas familia-nación y erótico-patriótica, De Torres revela los modelos impuestos de madre/esposa e hija/doncella como agentes de disciplinamiento. Sin embargo, el mayor potencial del libro radica en la ubicación contextual de ambos estereotipos. Mientras que en las gestas independentistas el objetivo es la conformación de una gran familia, en el proceso de modernización la mujer idealizada enfatiza el proyecto futuro. A la casada, cuya única función es llorar la muerte de sus varones y lamentar la división de la familia-patria, le sucede entonces la imagen de la niña virginal, que prefigura a la ciudadana sin más particularidad que su indefensión. Exceptuando algunos casos de los que la autora se ocupa, las mujeres, lejos de ser sujetos de la historia, son elevadas a la categoría de mito. Su sojuzgamiento queda asegurado, pero en el proceso la nación refleja un rostro hecho de máscaras.
María Inés de Torres, ¿La nación tiene cara de mujer? Mujeres y nación en el imaginario letrado del Uruguay del siglo XIX, Universidad Nacional de Quilmes, 2013, 160 págs.
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