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"Una batalla que les hará recordar escenas de Vietnam", decía hace veinticinco años el periodista Nicolás Kasanzew. Pero las imágenes de cuerpos calcinados y fierros retorcidos de aquel 1989 no eran ni del Sudeste asiático ni un producto de la Guerra Fría. Nuevamente, pero ahora en plena democracia legítima de Raúl Alfonsín, Argentina volvía a tener muertos, veinte civiles y once uniformados, y cuatro desaparecidos. El libro de los periodistas Felipe Celesia y Pablo Waisberg, quienes vienen publicando sobre temas de política de los años setenta (una biografía de Mario Firmenich, otra de Rodolfo Ortega Peña), recuerda oportunamente cómo el MTP (Movimiento Todos por la Patria) intentó desencadenar un golpe de Estado “popular” simulando un cuarto alzamiento militar –tras los dos de Aldo Rico, en 1987 y 1988, y el de Mohamed Alí Seineldín, también en 1988–, en un ataque a una de las bases de tanques más importantes de la Argentina. “El poder flota […] Es el último tren de la historia y hay que tomarlo”, habría dicho Enrique Gorriarán Merlo, experimentado guerrillero en Centroamérica y líder del ataque al cuartel de La Tablada. Sin embargo, quien supo asesinar al dictador nicaragüense Anastasio Somoza en Paraguay en 1981 o explicar a cubanos y sandinistas que la Guerra de Malvinas tenía muy poco de lucha anticolonial, aplicó en su análisis de un gobierno democrático jaqueado por los militares más de teoría conspirativa y mesianismo que de estrategia. A contracorriente de una época en que “las guerrillas” comenzaban a elegir la vía pacífica y democrática, el MTP insistía en la lucha armada. “Figurita repetida”, titularía Página/12, diario cuyo origen estuvo íntimamente relacionado con el MTP, en un vínculo que es una de las aristas más interesantes de la investigación.
Aunque el trabajo de Celesia y Waisberg se basa en una impresionante recopilación de testimonios, gran parte de ellos (casi la mitad del libro) se abocan a una áspera descripción ajedrecística del copamiento, dejando sin resolver el principal dilema que los mismos autores resaltan: “Ni siquiera en el amplio río de la izquierda habían entendido qué quisieron hacer” los del MTP.
Lo que sí dejan en evidencia las entrevistas de La Tablada es el efecto contraproducente que generó el ataque: sumió a toda la izquierda en el descrédito y provocó que “las Fuerzas Armadas, desprestigiadas por la dictadura y por Malvinas, volvieran a decir ‘vencimos a la subversión’”. Entre los asaltantes muertos, desaparecía “el grupo de combatientes [de la guerrilla sandinista y guatemalteca] más experimentados de la historia argentina”.
Felipe Celesia y Pablo Waisberg, La Tablada. A vencer o morir. La última batalla de la guerrilla argentina, Aguilar, 2013, 336 págs.
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