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Semióticas, sólo Semióticas, pero en plural, es como Oscar Steimberg decidió presentar el momento actual de su trabajo más académico, ese que comenzó como La recepción del género y más tarde fue Semiótica de los medios masivos. En cambio, mantuvo el título Leyendo historietas para la reedición de un libro que con los años se convirtió en referencia obligada para todos los análisis sobre la historieta, lenguaje entonces desconsiderado que Steimberg ya había reconocido como serio objeto de estudio en 1977, año de la primera edición. Ambos libros “reaparecieron” este verano, juntos, en una decisión editorial que homenajea y multiplica la actividad que tal vez más disfruta el autor: la conversación. Porque la conversación, a diferencia del diálogo, no se acota a un tema sino que se desplaza con libertad, en una deriva productiva que surge de la construcción de series de objetos heterogéneos singularmente reordenados para decirnos cosas nuevas, que habilitan nuevas conversaciones. Es esta práctica de la conversación la que proponen juntos Semióticas y Leyendo historietas, como también entre sí los distintos textos que conforman cada libro, y cada uno de ellos con sus versiones anteriores.
El nuevo título, Semióticas, es en sí mismo una declaración. La de la pluralidad, que no es otra cosa que la de la necesaria especificidad. El punto de partida es que los textos no hablan, sino que son interpelados de manera permanente desde distintos entramados (textuales), y producen por lo tanto sentidos siempre inestables. Ante esta constante provisoriedad, gran protagonista de la época, los instrumentos de indagación no pueden ser siempre los mismos y la semiótica no puede ser única, mientras no se abandone el celo metodológico. Porque sin ningún método, como le gusta decir a Steimberg, caemos en la repetición de la espontaneidad. Semióticas fundamenta y pone en práctica esta perspectiva de trabajo; y como libro, transformándose a lo largo del tiempo, se convierte en manifestación de una obra que creció y permanece abierta. Leyendo historietas es distinto. No nos dábamos cuenta, pero aquel mítico libro estaba silenciosamente creciendo con la obra cotidiana de Steimberg. Sus páginas no se transformaron sino que se expandieron, no para repetirse ni para corregirse, sino para aportar matices que confirman la riqueza y complejidad de ese lenguaje antes “menor”.
La semiótica nació, creció y se enredó con el concepto signo. Una de sus definiciones más simples nos dice que el signo es algo que está en lugar de otra cosa. Esta definición convierte la semiótica en una disciplina cuyo objeto es el desplazamiento, y cuyos programas son la denuncia de lo oculto, de lo que hay detrás, de aquello que el signo nos esconde. A diferencia de ella, las semióticas de Steimberg tienen otra manera de indagar, y no tanto el signo como los textos sociales que conversan entre sí. En Semióticas, así como en Leyendo historietas, Steimberg rastrea y encuentra en ellos no una sociedad agazapada, escondida o disfrazada, sino formas y operatorias que nos enseñan más sobre ella, siempre descubriendo algo todavía no conocido de nosotros mismos, de nosotros como sociedad y como cultura responsable de esos textos y de las clasificaciones con las cuales, y desde las cuales, los hacemos conversar.
Oscar Steimberg, Leyendo historietas. Textos sobre relatos visuales y humor gráfico, Eterna Cadencia, 2013, 432 págs.; Semióticas. Las semióticas de los géneros, de los estilos, de la transposición, Eterna Cadencia, 2013, 384 págs.
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