Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
más fiable que Google, Instagram, Youtube, Twitter o Spotify.
Lleva veinte años haciendo crítica, no quiere venderte nada y es gratis.
Apoyanos.
La cuidada edición al castellano de la transcripción de estas clases impartidas en Fráncfort por Theodor W. Adorno en 1963 nos abre a una serie de reflexiones profundas acerca de los actuales dilemas ético-políticos que desgarran el mundo de la praxis para los seres humanos comprometidos con una idea de no-tutelaje. Ciertamente es la indagación acerca de ese difícil “lugar” de intersección, una “tierra de nadie”, nos dice el autor, entre las preguntas éticas y las consideraciones políticas, aquello que más nos convoca en un mundo signado por la crueldad con lo distinto y las más dramáticas desigualdades. Ese mundo que describe Adorno, en el que los conceptos morales pierden su sustancia social para pasar a convertirse en fetiches de una ideología, se parece en muchos aspectos al nuestro.
La argumentación se sostiene bajo el hilo conductor de un campo de problemas delimitado por lo que Adorno denomina una “dialéctica de lo general y lo particular”. Ajena a toda “representación armonicista”, esta singular dialéctica se presenta bajo el signo de un “paralelogramo de fuerzas”. Ninguno de los términos que involucra logra realizarse sin violencia. Para Adorno, esta “doble imposibilidad” marca la estructura fundamentalmente problemática de toda preocupación por la praxis emancipatoria en nuestra sociedad, y se desplegará a partir de una lectura, “con lentes de aumento”, de una antinomia condensada en la figura kantiana de una causalidad de la libertad en la “que está contenido todo el desarrollo posterior de la filosofía”.
Esta dialéctica mantiene planos distintos de desarrollo, que Adorno se ocupa de diferenciar. En efecto, se trata de una dialéctica concreta, que se estructura en una determinada configuración de la totalidad social —como la que presentan las formas actuales de (re)producción capitalista—, se refleja en la experiencia histórica de los agentes, que siempre requiere de una descripción fenomenológica en primera persona, y que la textualidad filosófica viene a expresar sintomáticamente en sus antinomias, las cuales solicitan por lo tanto una justa interpretación. Precisamente por esta heterogeneidad interna es que el vínculo entre los términos de la dialéctica no puede concebirse jamás como “bien balanceado” o sujeto a una “proporción estática”. Leer consiste aquí en pensar bajo una lógica distinta, que se detiene en las relaciones de colisión entre estos niveles, reconociendo que sus pesos están desigualmente distribuidos en la historia y que hacen de la realidad social una unidad internamente contradictoria y compleja.
Pero el texto filosófico, que la lectura interpreta entre la micrológica detención en la letra y su expansión hacia el movimiento objetivo de lo no-dicho, no repite meramente los antagonismos que dividen lo social, sino que muestra en sus problemas irresolubles una “imagen sin imagen de lo posible”. También de allí se nutre el impulso utópico que mueve a toda Crítica. En su “inquebrantable persistencia” a “rehusar la propia afirmación”, ella encuentra una posibilidad de lo imposible.
Theodor W. Adorno, Problemas de filosofía moral, prólogo, traducción y notas de Gustavo Robles, Las Cuarenta, 2019, 328 págs.
Una hipótesis: toda narrativa es recreación de la experiencia, no hay afuera de la vida. Otra hipótesis: toda narrativa es testimonial, da cuenta de lo que pasó,...
Un punto de discusión recurrente en la crítica contemporánea tiene que ver con la ubicación de lo abyecto bajo el paraguas de algo que todavía puede seguir...
Podemos rondar una idea muy linda, si evitamos el riesgo de alegoría que acecha en toda metáfora: el mundo como una enorme conversación que lo abarca todo,...
Send this to friend