La canción del pobre Juan

En 1983 Charly García publicó Clics modernos, un disco grabado sin batería, en Nueva York y más cerca del pop que del rock. En ese álbum aparece la canción “Plateado sobre plateado (huellas en el mar)”, que en un momento dice: “¿Por qué tenemos que ir tan lejos para estar acá?”. En esa pregunta, Charly resume el dilema de la mayoría de las personas que tuvieron que exiliarse durante la última dictadura cívico-militar y muestra algo de la tensión entre la identidad, la pertenencia y la necesidad de sobrevivir. Ese mismo dilema aparece en La canción del pobre Juan.

La novela cuenta la historia de un escritor relativamente prestigioso que escapa de los militares. Él está convencido de que no hizo nada, de que es un buen ciudadano, de que no está con “los subversivos”, aunque censuren uno de sus libros. Sin embargo, se va. Le gusta pensar que se salvó de la muerte, pero sabe que no hay épica en su huida “por las dudas”. Pero, cuando vuelve, no sabe si está en Buenos Aires o Madrid. Ante esa confusión sobre su propia identidad, el único escape o solución que aparece es el amor: un romance con un bailarín estrella, promesa nacional for export veinte años más joven.

Al igual que en Las tres carabelas (De Parado, 2019), la pregunta sobre la identidad está flotando en el aire todo el tiempo. Es que eso es la literatura gay: una forma de narrar que vuelve todo el tiempo sobre el tema. No se trata de describir escenas de sexo explícito con un policía o alguna tetera de Constitución, sino más bien de tratar de echar luz sobre algo que es realmente extraño y poco preciso. El desafío del narrador de esta novela es encontrar una respuesta en un contexto adverso y, sobre todo, muy inestable: la Argentina de fines de los años ochenta. ¿Cómo saber quién soy, adónde pertenezco, en un país que, como dice Matamoro, “parece tener el gusto por la extinción”?

A lo largo de toda la novela, el romance se convierte en un refugio contra la angustia de la soledad radical del exilio. Es una casa, un hogar, un “acá” adonde volver siempre y, algo no menor, una fuente estable de sexualidad: un placebo para soportar un mundo que, de repente, es cada vez es más incierto y más hostil.

Matamoro tiene la capacidad de volver universales estos temas. No se queda preso en la propia rumia mental o en una historia naíf sobre dos chicos que se enamoran. Así, la novela incluye discusiones que al día de hoy son actuales: si el país es viable o no, si la mejor opción es irse, si realmente existe una identidad nacional. La forma en la que todos estos temas aparecen y son narrados vuelve la novela un libro muy heterogéneo en el que conviven anécdotas, largos diálogos y hasta algunos párrafos que parecen sacados de un ensayo de sociología y en los que Matamoro demuestra su habilidad para poder abordar el tema sobre la construcción de una identidad homosexual (y por qué no nacional). La reedición de La canción del pobre Juan vuelve a poner en circulación a una figura clave de la literatura gay de la Argentina, que durante muchos años quedó en el olvido quién sabe por qué.

Blas Matamoro, La canción del pobre Juan, De Parado, 2020, 172 págs.