Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
más fiable que Google, Instagram, Youtube, Twitter o Spotify.
Lleva veinte años haciendo crítica, no quiere venderte nada y es gratis.
Apoyanos.
El blues y el folk ―y buena parte de lo que entendemos como rock― están montados sobre la tradición. Surge un problema cuando un artista “rompe los códigos” y se hace rico registrando como propias canciones cuya genealogía puede trazarse tanto hacia varias generaciones previas como hacia contemporáneos.
La cuestión puede interpelarnos: ¿dejamos que esto afecte nuestro goce de la música? Está bien documentado cómo Jimmy Page y Robert Plant se acreditaron las ideas de bluesmen y de artistas folk. ¿Dónde está el plus de Led Zeppelin?
Desde una óptica posmoderna (y post-hip hop), hacían sampling tracción a sangre. O quizá eran modernistas en clave rock utilizando sus folclores personales, cual compositores académicos que tomaban las melodías de sus regiones como material.
Como sea, la clave era la alquimia de sus integrantes. En el tercer álbum (1970), que acaba de reeditarse, balancearon su lado eléctrico con su faceta acústica (donde no faltan las mandolinas ni el banjo); una demarcación para los que esperaban ―para bien o para mal― otro festival de riffs como casi todo el LP anterior.
La visión de Page trascendía al guitar hero. También era un productor inventivo, tanto para capturar el sonido del grupo como para trabajar el timbre de sus guitarras mediante sobregrabaciones. Supo combinar blues de Chicago y del Delta del Mississippi con folclores de Gran Bretaña y de Oriente. Muchas veces recurría a afinaciones no convencionales, como en “Friends”, donde la rítmica parece aludir al Stephen Stills de “Carry On” (la crítica calificó al disco como una copia del sonido de Laurel Canyon).
Plant gorjeaba como Janis Joplin mientras hacía de macho herido (“Since I’ve Been Loving You”, con una letra levantada de “Never” de Moby Grape, y el blues menor como tour de force, un molde que Pescado Rabioso utilizaría en “Como el viento voy a ver”), o aullaba “¡Ah ah ah ah ah… ah!” en una celebración de la barbarie vikinga (“The Immigrant Song”) completamente libre de ironía: tras ella, sólo quedaría la parodia.
El Zeppelin más pesado reaparece en “Celebration Day” y “Out on the Tiles”: el groove de esta última es el soundtrack de John Bonham ―capaz de hacer sonar un bombo como si fueran dos, cuando ni siquiera existía el doble pedal; contundente en su ataque incluso en las baladas― llevándose todo puesto en una noche de juerga.
Al igual que Page, John Paul Jones era un curtido sesionista, pero también un versátil arreglador. Bajista pendiente tanto de doblar a Page como de conectar con Bonham, escribió la parte de cuerdas para “Friends”, donde también coló un Moog, y sostuvo armonía y bajo en “Since I’ve Been Loving You” con el Hammond y sus pedales.
Led Zeppelin III es medido en sus apropiaciones. El folk tradicional “Gallows Pole” recibe un comprensible crédito para Page y Plant como arregladores. “Tangerine” era un tema de la era Yardbirds pero Page omitió a Keith Relf como letrista. Anotada como tradicional con arreglo de “Charles Obscure” (Page), “(Hats off to) Roy Harper” es un Plant tremolado y Page en slide y dobro revisitando “Shake ‘em on Down”, de Bukka White.
El álbum podría haber incluido más de esa sesión de blues, como en el último track del CD extra. El resto ―básicamente, temas sin la voz o mezclas alternativas poco reveladoras― debería haber quedado en los piratas. Los outtakes de valor están en Physical Graffiti (1975) y el póstumo Coda (1982). También se omite el lado B del single “Immigrant Song”, “Hey Hey What Can I Do”: para eso existen los box sets.
Al igual que las reissues de los noventa, esta serie está supervisada por un Page ―a diferencia de Plant y Jones― estancado en su pasado. Pero lo mejor es la restauración del caleidoscópico arte de tapa.
Ediciones deluxe que no lo son tanto y aumento desmedido de las entradas para conciertos: el karma de tantos años de descargas gratuitas.
Led Zeppelin, Led Zeppelin III, Atlantic / Warner, 2014 (reedición).
“Todas las cosas que no tienen nombre / vienen a nombrarse en mí”, cantó casi con sentido irónico Gabo Ferro en su último disco, Su reflejo es...
Hilda Herrera festejó sus noventa y dos años con un nuevo disco. Y así nomás es es un trabajo de piano a cuatro manos con el pianista Sebastián...
Gloria Guerrero: ¿Estás viejo ya para ser maestro de escuela?
Charly García: No, los maestros de escuela son viejos.
Humor, junio...
Send this to friend