Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
más fiable que Google, Instagram, Youtube, Twitter o Spotify.
Lleva veinte años haciendo crítica, no quiere venderte nada y es gratis.
Apoyanos.
En estos meses de aislamiento social debido a la pandemia, la pregunta por los modos de vivir en el sistema del arte ha adquirido un relieve urgente, matizado por el horizonte del futuro próximo que se vislumbra, cuanto menos, con importantes grados de imprecisión en su “nueva normalidad”. Este problema, entendido como lazo que administra una construcción en los vínculos sociales que involucra maneras de conformar comunidad y agenciar afectividades, incluye a su vez las preguntas por la correspondencia monetaria entre obras y servicios vinculada al mercado del arte y del trabajo, las dinámicas que desarrolla una escena como la nuestra y el concepto de arte que propone. Un conflicto recurrente en la historia del arte argentino.
En una coyuntura, a su vez, en la que las iniciativas públicas y privadas dirigidas a agentes del ámbito de la cultura para paliar su inestabilidad son bienvenidas y a su vez insuficientes, el reciente libro ¿Cómo se puede vivir del arte?, de Carolina Martínez Pedemonte, vuelve sobre este conflicto de manera necesaria. La pertinencia de su edición por Simetría Doméstica captura un síntoma por el malestar en el que la vida, por momentos, se vuelve indiscernible del trabajo, en parte debido a las dinámicas que el emprendedorismo ha propuesto para el funcionamiento del sistema del arte.
¿Cómo se puede vivir del arte? secuencia conversaciones con agentes que se desenvuelven, principalmente, en la escena artística porteña. Artistas de distintas generaciones y poéticas, coleccionista, curadora, crítico y galerista responden ante una pregunta que se activa, en la mayoría de los casos, como una respuesta a una “historia” reproducida en la red social que se podrá visualizar por sólo veinticuatro horas. Martínez Pedemonte realiza una captura de pantalla con la respuesta, la imprime y calca junto a la información que se despliega en la superficie del celular sobre el soporte papel vegetal, para luego escanearla. Las respuestas son variadas: sucintas, desconcertantes, filosóficas, pragmáticas, con incertidumbre, más extendidas y explayadas en matices. Lo que es claro es el grado de autoconciencia que exponen: no existe una respuesta unívoca más que la claridad ante la decisión por un modo de vida.
Esta secuencia de respuestas, que va desde lxs artistas más jóvenes hasta lxs más consagradxs, terminando por agentes culturales no artistas, alienta una complejidad: por un lado, una posibilidad esperanzadora anclada en dinámicas propias de nuestra escena que pareciera que todo lo puede; por otro, la posibilidad de que las opiniones de la curadora, el crítico y el galerista pesaran más que la de lxs artistas. Aun así, la construcción colectiva de una escena siempre efervescente en su fragilidad se puede ver en estas hojas que translucen las respuestas de otrx agente, en el que la contestación a una pregunta siente el aliento y el cuerpo de la siguiente y la anterior, donde resuenan palabras familiares y similares, donde el diálogo intergeneracional es fluido y constructivo.
El formato libro, en este caso, lo acerca a las ediciones de Temporada (2005), de Rosana Schoijett, y Un artista (2016), de Malena Pizani. Cada edición habla con sus matices, como si fueran parpadeos, acerca de este problema: el disparador de la cámara de Schoijett hacia sus compañerxs del Programa de Talleres para las Artes Visuales C. C. Rojas UBA / Kuitca 2003 – 2005 como índices de una incipiente conducta hacia el trabajo en el arte hacia mediados de los años 2000, una enumeración anafórica que revisa múltiples tipos y acciones de artistas de una escena profusa que evoca a las didascalias del cine silente en Pizani, dibujos de capturas de pantalla que Martínez Pedemonte mantuvo sobre este tópico a través de redes sociales. La gran mayoría de los interlocutores aquí reunidos son artistas jóvenes con quienes la une una relación de amistad, de complicidad y diálogo. Artistas que se dedican a su práctica y se aventuran en la construcción colectiva de matices nuevos. Lxs une un entendimiento sobre la dinámica de nuestra escena del arte.
No sabemos cómo ni cuándo será la pospandemia, a pesar de la certeza de que varios conflictos se mantendrán. ¿Cómo se puede vivir del arte? es un umbral que señala y conecta problemáticas que, analizadas a la luz de la incertidumbre actual, parecieran indicar un fin de ciclo y un eterno renacer de otro en la escena del arte. El libro se pregunta por una posible definición del arte que sustente una práctica (en sus declinaciones del hacer, del historiar, del criticar, del curar…), por aquello que reuniría a una escena y sería el objeto que propicia su dinámica. Resitúa discusiones de larga duración, como la profesionalización del arte, la concepción romántica de la práctica, las dinámicas que estructuran su discurso, la inserción del artista en el mercado simbólico y monetario. Su lectura circula en el contexto de una pandemia…
Carolina Martínez Pedemonte, ¿Cómo se puede vivir del arte?, Simetría Doméstica, 2020, 30 ejemplares firmados.
La exposición del colectivo m.o.n.t.ó.n. en el espacio Laboratorio es un hito en la historia del grupo nacido en 2022 que, con esta muestra...
Alguna vez reducido a sus elementos primarios, el arte revivió en su apertura conceptual a la palabra, la acción y la instalación sin perder el abismo ganado....
Un salón frío y gris se transformó momentáneamente en un falso laboratorio donde se lleva a cabo una ficción, de esas que son verdaderas. En la Facultad...
Send this to friend