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Debut y despedida. Obras 1978-2012

Marcos López

ARTE

¿Cómo servir la cena cuando toda la carne se pone al asador? Marcos López elige para explicar la argentinidad, su trabajo y, claro, para servir la mesa, la textura de un mantel de hule, imagen táctil y visual que Leonardo Favio usó alguna vez para definir la patria.

Acostumbrados a los colores saturados y al montaje teatral de sus fotografías, esta exhibición nos sorprende porque no muestra nada de eso, sino collages, pinturas, esculturas e instalaciones. El recorrido de Debut y despedida empieza con pinturas sobre láminas de Ansel Adams y Edward Hopper; junto a las obras de pared se distinguen cuatro instalaciones: una casita kitsch como toda la muestra; un ekeko monumental; un homeless que duerme detrás del cartel “Redefining Happiness” del Faena Group y una instalación que parece el ábside de la catedral chanfle en que se transforma la sala Cronopios, donde el hit “Asado de Mendieta”seagarra con alambre al resto de las fotos de Pop latino y Sub-realismo criollo, series que en los noventa transgredieron los parámetros estéticos y compositivos preestablecidos.

Debajo de retratos de Alberto Laiseca, Andy Warhol y Liliana Maresca, hay una vitrina –dispositivo de montaje hoy aparentemente indispensable en las exposiciones– con bocetos y dibujos de figuritas del ideario latinoamericano. Y ya que de Latinoamérica se trata, también hay altares con santos de todos los credos y pagos. Mezcla de diario íntimo y cuaderno etnográfico, Debut y despedida se configura bajo la perspectiva algo anquilosada y estereotipada de una Latinoamérica salvaje, mestiza, con gauchos y baratijas chinas. Pero interesa no la manera simbólica en que el artista reconstruye el mapa, sino el uso que hace de los más eclécticos recursos para contar eso que mira.

En la muestra sobresalen dos enormes pinturas, “Suite bolivariana”, cercana al muralismo modernista –con Perón, Evita, Evo y Chávez–, y la imponente pintura del logo del supermercado Easy, pieza que podría pensarse como texto de sala para una exposición de fácil acceso y que habilita al público a transitar la experiencia estética sin exigirle una batería agotadora de herramientas interpretativas. Como en una plaza de barrio, el artista incluye dos esculturas: un busto y la figura de un sireno que, como la “Santa Sebastiana” de Sub-realismo criollo, invierte la estrategia sexista de la iconografía occidental. Además, como en una oferta de vendedor de colectivo, López le suma al combo retratos pintados sobre pósteres o tela de personajes reconocidos en viejas fotografías. Sus marcos son de caña, rústicos y litoraleños como el yaguareté dibujado sobre la lámina de Horace Pippin, y sus ángulos están pegados con chorros de pegamento propios del desparpajo que ostenta esta muestra. Un lugar donde convive un desagüe tapado con trapos con obras nacidas de una incontrolable pulsión creativa; piezas que reemplazan el brillo pulido de las fotografías de López por una textura atractiva, opaca y anacrónica; desparpajo de las flores y basuritas arremolinadas que entran a la sala desde el patio: he allí una síntesis perfecta de Debut y despedida.

 

Marcos López, Debut y despedida. Obras 1978-2012, Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires, febrero – marzo de 2013.

11 Abr, 2013
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