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El canon accidental

Varias artistas

ARTE

“¿Qué nombres vas a cortar, y por qué el de las mujeres?”, dice una fórmula socarrona cada vez que indagamos por qué, dentro de la historia del arte y sus instituciones, los nombres y obras de artistas mujeres están ausentes. Esta ausencia es representativa y material: hay pinturas y esculturas cuyos paraderos se desconocen y que quizás sucumbieron al peor de los destinos. En El canon accidental. Mujeres artistas en Argentina (1890-1950), exposición curada por Georgina Gluzman en el Museo Nacional de Bellas Artes, esta realidad impacta al entrar en la sala del museo, con el Retrato de María Amelia Sánchez, realizado por Eugenia Belin Sarmiento. Actualmente podemos ver esta pintura gracias a Fabiana Barreda y Rosa Faccaro, hija y madre, que la recogieron de un volquete para ponerla en valor y reinscribirla en los relatos del arte argentino moderno. Mientras unos nos descartan, entre nosotras nos rescatamos, atesoramos y escribimos nuestras historias. Ante el gesto de cuidado, María Amelia nos regala una flor.

La muestra reúne más de ochenta obras de cuarenta y cuatro artistas argentinas y propone una lectura que da cuenta de las deficiencias del canon, ese canon adusto y angosto, de listas, métodos y hombres decidiendo qué sensibilidades y resoluciones estéticas vale la pena que resistan el paso del tiempo y cuáles no. Desarma los alegatos hegemónicos encargados de relegar la obra de creadoras y profesionales del arte, y reelabora la idea de canon en trazos y paletas que abren capítulos en la historia del arte argentino.

Si bien a simple vista podría considerarse como una pelea contra un solo frente —el patriarcado—, la propuesta de Gluzman desmitifica ideas habituales sobre el trabajo de las artistas. No habla de carreras consumidas por vicisitudes que parecieran justificar la ausencia de obras de mujeres en las instituciones, ni refuerza argumentos lastimeros que, aunque quizás válidos en algunos casos, no deben generalizarse.

En respuesta a esa condescendencia, la muestra se centra en el placer y la potencia del trabajo artístico de las mujeres de finales del siglo XIX y principios del XX en la Argentina. La selección de obras —provenientes de colecciones públicas y privadas— rescata, indaga y celebra las subjetividades y experiencias femeninas de entre siglos, así como las emociones y dificultades derivadas. Con colores vibrantes, texturas opulentas y exquisitez de detalles, las piezas capturan las minucias de un contexto plagado de sensaciones y contradicciones de una sociedad en proceso de modernización. Nos revelan que al margen del canon y del academicismo, las preocupaciones plásticas de las artistas que vivieron las transformaciones socioculturales de la industrialización y la secularización parecen ir y venir entre los gustos y los placeres personales.

Al recuperar las búsquedas estéticas que abordan la vida privada y política desde lo afectivo, lo sensible y lo sensual, El canon accidental nos acerca a la riqueza y diversidad de destinos de las artistas. Estas mujeres fueron relevantes en sus días: viajaron, participaron de la esfera pública, expusieron en salones, ganaron premios, publicaron libros, estudiaron en ateliers europeos, abrieron escuelas y fueron mentoras de generaciones futuras.

Este universo visual revela una variedad de intereses, posibilidades técnicas y una profunda comprensión de sus tiempos. Pensemos en el caso de Emilia Bertolé, la artista con manos de modelo y labios bombón. Consciente del poder de la feminidad moderna, se deleita en su propia belleza y, en palabras de Gluzman, resuelve la tensión entre la mujer que pinta cosas bellas y la que es un objeto bello en sí mismo. Hay fricción al ocupar esos papeles y llenar las fantasías de la norma, pero la idea es mostrar los hilos que nos trajeron de vuelta a este lugar. Más que armar otro canon, hay que replantear las categorías y ampliar las escrituras de la historia del arte, al tiempo de frenar el avance sistemático institucional y heteropatriarcal de invisibilización y exclusión.

La deuda del sistema artístico con las mujeres es enorme. Una manera de comenzar a recuperar el camino es por medio de propuestas como esta que, lejos de martirizar, dignifica y rasga el canon para dar lugar a la pluralidad de expresiones. Por medio de discursos y formatos que reformulan las reglas del juego y desatan el discurso para abrirlo a lo que tienen que decir las mujeres y otras minorías. Propuestas en las que brilla la diversidad, el placer de lo individual y la potencia del diálogo colectivo, que componen desde las diferencias e invitan al deseo.

 

Varias artistas, El canon accidental. Mujeres artistas en Argentina (1890-1950), Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires, 25 de marzo – 7 de noviembre de 2021.

11 Nov, 2021
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