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¿Qué puede decir el arte sobre la odisea de los migrantes en las fronteras blindadas del Primer Mundo, la barbarie de los narcos que campea en México o los desastres de la guerra en Medio Oriente? La misma pregunta, en otros tiempos y otros lugares, habrá asaltado a Morandi, pintando en lo alto de una colina rodeado por el fascismo, a Beuys, pilotando su bombardero Stuka sobre Crimea, a Magritte, pintando a Fantomas sobre París, o a Blinky Palermo, nacido entre los escombros de Leipzig. Francis Alÿs, belga como Magritte, transterrado como Palermo, mexicano por adopción desde hace años, los incluye en una larga lista, escrita en una pared de Malba, como una genealogía empática de las respuestas que él mismo ha encontrado en estos años a los dilemas del arte y la política, las más directas, audaces, esperanzadas que ha dado el arte contemporáneo. Formuladas con palabras, podrían resumirse en algunas de sus “paradojas de la praxis”: “Máximos esfuerzos con mínimos resultados”; “A veces, hacer algo poético puede volverse político y, a veces, hacer algo político puede volverse poético”; “A veces, hacer es deshacer y, a veces, deshacer es hacer”. Son apenas destilados aforísticos de sus “acciones-ficciones”, intervenciones sencillas y memorables como una fábula, que se cuelan por un momento en los enclaves más turbulentos del mundo de hoy, los distancian, los extrañan y los devuelven transformados en un relato absurdo, una ilusión óptica, una quimera, un juego, un mito urbano. Relato de una negociación reúne tres de esas parábolas en tres instalaciones de video, No cruzarás el puente antes de llegar al río (2008), Tornado (2000-2010) y Reel-Unreel (2011). Pero insatisfecho con el registro directo de la cámara, Alÿs hace de los videos centros difusos de constelaciones mayores, hechas de pinturas, dibujos, pequeñas esculturas, bocetos, objetos, notas, nacidos en el tembladeral de la frontera que separa África y Europa en Gibraltar, en los torbellinos de violencia en México, en la guerra de imágenes que desdibuja el paisaje real de Afganistán. Pero ¿de qué negociación hablan los relatos? “La eterna negociación entre la fantasía artística y la realidad inmediata”, anota Alÿs en su cuaderno de bitácora, crónica de las marchas y contramarchas, las pequeñas victorias y los fracasos que animan el arco metafórico o real de sus empresas: tender puentes sobre fronteras infranqueables, entrar en el ojo de los tornados, “impregnar” un carrete de película con los restos de Kabul, “incrustarse” en el frente de batalla de Afganistán entre las tropas de ocupación británica. Pero hay otra negociación más íntima y solapada que se dirime sin resolverse entre medios y lenguajes, sumados para componer a coro las parábolas, o al menos dejar constancia del esfuerzo vano. Tensados por la vibración real de lo que quieren mostrar, los medios se expanden, mutan, renacen. El cine inventa sus propios dispositivos poéticos para colarse en la historia por sabotaje, el dibujo toma nota, piensa o delira, y la pintura se sustrae de su interminable ciclo de muertes y resurrecciones, para prodigar los delicados cuadritos que escanden las frases entrecortadas de la fábula, ya no como metáfora o sinécdoque, figurativa, conceptual o abstracta, sino como apostilla reflexiva, nota al pie, escolio, y hasta como ejercicio terapéutico, exorcismo de la abrumadora presencia de lo irrepresentable. En la genealogía caprichosa capaz de reunir a Morandi, Magritte, Beuys y Palermo, Alÿs reinventa el diálogo del arte con la política. Conviene ir a Malba con tiempo para atender a la sinfonía visual de su relato y asistir al lento desovillarse de sus milagros.
Francis Alÿs, Relato de una negociación, curaduría de Cuauhtémoc Medina, Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, 6 de noviembre de 2015 – 15 de febrero de 2016.
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