El bovarismo cinematográfico, que se llama cinefilia, es una fe por la ficción puesta al servicio de la identidad o de aquel tembladeral de blanduras que ocupa su sitio la mayor parte del tiempo. Uno puede perder la identidad por medio de esa fe, pero también puede encontrarla. No hay bovarismo si este no va acompañado de la experiencia de adoración, o de la de aprendizaje, o de la de identificación, cuando no de todas ellas juntas. De manera que el bovarismo, y la vertiente cinéfila que la honra, no dejan de ser asuntos juveniles.
Alberto Fuguet viajó a Tulsa (Oklahoma), una ciudad del tamaño de Bahía Blanca, a revisar los escenarios de Rumble Fish (1983), de Francis Ford Coppola. El resultado es el documental Locaciones. Buscando a Rusty James (2013), un viaje al interior del bovarismo. La película (que puede verse en la página web de Cinépata) se organiza en varios niveles, todos ellos fantasmales: escenas de la película de Coppola, imágenes de Tulsa (reducida a un catálogo de locaciones coppolianas), planos del guión, voces de críticos y escritores chilenos y argentinos que recuerdan el impacto que les produjo esa bola depresiva llamada Rumble Fish,y la voz de Fuguet que opera sobre toda esa recolección en el tono de un diario personal.
Los logros de Locaciones. Buscando a Rusty James son varios. El primero es haber decidido que las imágenes actuales de Tulsa se disolvieran en la película de Coppola como una llovizna que entrega su volumen discreto a la inmensidad del océano del que ha surgido. En esa decisión, Fuguet supedita todo –la experiencia del viaje, la historia de la ciudad, las ambiciones de su documental– a Rumble Fish, y lo hace dándole un tamaño y un protagonismo superiores a los de cualquier realidad. Lo que hace Fuguet es otorgarle al cine adorado un status de monumento acromegálico, hecho de materia y memoria, que desde las alturas del pasado sigue emitiendo las mismas señales nítidas que hace treinta años.
Otro mérito es el efecto anónimo de las voces, una especie de Babel de un solo tema. Todos se turnan para reconstruir, por debajo de la imagen –Fuguet, que tampoco aparece, le recuerda al espectador de cine su carácter invisible–, la chispa biográfica que todavía sigue encendida en el interior de un clima de época que tuvo su fetiche ya fósil: la palabra y la “cosa” VHS.
Locaciones: Buscando a Rusty James (Chile, 2012), guión y dirección de Alberto Fuguet, 91 minutos.
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