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Los primeros minutos del documental Notas para una película relatan la llegada del ingeniero belga Gustave Verniory a la estación de trenes de Angol, en el corazón de la Araucanía, en 1889. Interpretado por el actor Alexis Mespreuve, Verniory entra en escena tras una señal del director, Ignacio Agüero (Chile, 1952). De pronto, se escucha el fuerte repique de un carruaje de caballos que pasa fuera de campo, interrumpiendo la escena. Agüero se lleva el índice a la boca, pidiendo silencio, pero el carruaje sigue su curso, sin hacer caso del acto de filmación. La interrupción da la pauta de que Notas para una película, aunque se presente como un documental, se ubica en la frontera entre ficción y no ficción. Retomando el procedimiento que ya había utilizado en El viento sabe que vuelvo a casa (2016), Agüero utiliza la excusa de la adaptación de Diez años en la Araucanía, el libro de memorias que Verniory escribió entre 1889 y 1899, para retratar la turbulenta realidad del Wallmapu —nombre indígena para la Araucanía— desde el siglo XIX en adelante. Al mismo tiempo, esta interrupción revela la poética documental de Agüero, para quien lo real no es algo dado de antemano, sino algo que irrumpe en el proceso de filmación, abriendo la puerta a lo inesperado y a la oportunidad de reflexionar sobre el cine mismo, como quizás ejemplifica mejor El otro lado (2013).
En principio Notas para una película es, como su nombre lo indica, una serie de apuntes para realizar una adaptación del libro que escribió Verniory mientras trabajaba en la construcción del ferrocarril en una zona que había sido incorporada al territorio chileno sólo unos años antes, mediante un violento proceso de colonización republicana conocido, irónicamente, como la Pacificación de la Araucanía (1851-1883). Los extractos del diario recreados en la película, narrados en francés y en español por Mespreuve y Agüero respectivamente, aunque sin seguir un orden lógico, nos muestran la frágil paz que se vivía en la Araucanía en esos años, cuando seguía siendo una frontera interna del Chile independiente que debía ser domesticada y modernizada por chilenos y colonos europeos, a costa del despojo, empobrecimiento y desplazamiento de los mapuches. A través de entrevistas en mapudungun con comuneros mapuches, Agüero expone que este proyecto de asimilación pervive en el origen del actual “conflicto mapuche”, que mantiene enfrentados al Estado chileno, en connivencia con forestales y grupos paramilitares, con comunidades indígenas que buscan recuperar tierras y dignidad.
Grabada en blanco y negro durante el frío y oscuro invierno sureño, la adaptación de Agüero del libro de Verniory prefiere centrarse en la soledad de los habitantes de la región, cuyas casas pobremente aisladas se ubican junto a caminos de barro en donde orbitan, como astros apagados, las ruinas de la modernización. Junto con la violencia, uno de los temas principales del libro que toca la película es la relación del belga con el majestuoso paisaje austral, particularmente los bosques nativos, los ríos y las montañas de la cordillera. La película da cuenta del desafío que implica representar estas ecologías a través de tomas panorámicas, fotos fijas, recreaciones pictóricas y los vagabundeos del propio Verniory por los alrededores de Angol mientras mastica el español y la toponimia mapuche. En ese acto de representación sublime pero fallida queda al descubierto la crisis ambiental que se cierne sobre el entorno austral, el cual experimentará una deforestación casi irreversible poco más de un siglo después debido a la explotación de los bosques nativos y los cauces de agua. Así, aunque la película parece querer mostrarnos las singularidades del proceso de adaptación de Verniory a la sociedad fronteriza, donde ser blanco le otorga privilegios que los indígenas no tienen, la visión que termina entregando es la de alguien que experimenta con nostalgia la violencia del colonialismo de nuevo cuño, especialmente en lo que respecta a la inminente destrucción del paisaje austral y las culturas indígenas.
Ahora bien, más que meras notas para una película, el documental de Agüero es un ensayo fílmico sobre la modernización de la Araucanía y los fracasos que la llevaron a su actual estado de crisis. La inclusión de tantas escenas de los ensayos preparatorios para la supuesta adaptación del libro de Verniory, tales como la práctica de diálogos o la preparación del equipo, muestra hasta qué punto el cine de Agüero es siempre una exploración, incluso irónica, del proceso de filmar.
Notas para una película (Chile/Francia, 2022), guion y dirección de Ignacio Agüero, 104 minutos.
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