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A propósito de «Diagonal Sur. Arte Argentino Hoy»

DISCUSIÓN

Un recorrido de treinta años de producción vernácula, cien artistas participantes, cuatrocientas obras en cuestión, un veinticinco por ciento de una colección de mil quinientas piezas, distribuidas en tres mil metros lineales de pared. La prensa, en los últimos días, no ha dejado de poner en números redondos una exhibición basada en el acervo del coleccionista y cirujano plástico Esteban Tedesco que su mismo curador, Philippe Cyroulnik, no ha dudado en calificar como una de las exposiciones más importantes sobre el arte argentino contemporáneo en el mismo texto curatorial.

Una nota se ha referido al acontecimiento como un “dream team que une dos siglos”, otra tituló “selección nacional”. Estas metáforas deportivas no podrían ser más banales, sin embargo es posible conceder que el itinerario enlaza producciones realmente significativas del horizonte local. Ahora bien, la pregunta de rigor parece dirigirse al criterio que ha impulsado semejante empresa, a la plataforma que hace legible este recorrido. A primera vista, ni vínculos temáticos, ni procedimientos retóricos, ni gusto decorativo por disponer las caóticas tramas sobre el muro o el suelo, ni ambientes sugerentes se perciben en una práctica del montaje que difícilmente podría amenizar el hall de un hotel de mediana categoría.

La disposición de las obras en sala recuerda los merodeos fotográficos que realizó Diego Bianchi en torno a la crisis argentina del 2001 documentando emparches, roturas, soluciones ingeniosas e invenciones precarias en la topografía de una Buenos Aires devastada. Aquí, este repertorio de calamidades estaría protagonizado por un modo de colgar proliferante, un magma que arrecia sobre lugares de tránsito, señalética gráfica, mobiliario promocional y espacios de caprichosos perímetros donde la única regla parece haber sido la cinta métrica del montajista. Algunos episodios condensan esta yuxtaposición entrópica: una obra de Adrián Villar Rojas entra en sincronía cromática con un cartel que anuncia la Escuela Argentina de Tango en una escena de íntima concomitancia; fotografías de Sebastián Desbats montadas sobre un precario panel ocultan sugestivamente el acceso a los sanitarios; una pintura de Guillermo Iuso dialoga acaloradamente con un tubo de refrigeración de iridiscente aluminio. Una profundización en esta vía hubiese dado, paradójicamente, resultados más contundentes. El efecto general igual ya puede intuirse: pauperización.

Pero la crítica ha hablado de una sutil “otra curaduría”, el mismo curador ha señalado que se trata de una serie de relaciones “diagonales”. El texto curatorial enlaza dicotomías: lo real y lo imaginario, la vanguardia abstracta y la referencia al ambiente histórico, los conceptualismos y los concretismos, el pop y el expresionismo, la ironía y la melancolía, el diseño y lo barroco. Cuesta pensar en términos más vagos, que podrían aplicarse de manera ubicua a casi cualquier medio artístico contemporáneo del planeta.

Hace casi un año, en Santiago de Chile, se produjo un fenómeno curatorial similar. Campeando el verano, momento en el cual los blockbusters son poco redituables para la baja temporada latinoamericana, el suntuoso y corporativo centro CorpArtes se dio a la aventura de una retrospectiva nacional contemporánea. Grado cero, 10 años de arte contemporáneo chileno fue el título de una muestra conformada por un comité de seleccionadores notables y la bendición de un curador internacional, Jacopo Crivelli. Si bien el montaje lucía más profesional, la exposición no podía ocultar la misma vaguedad de propósitos, un talante de ranking y una decisión curatorial que se desvanece en el aire.

Más allá de acercarnos a abundantes obras relevantes cooptadas por una curaduría malograda, el episodio puede dejarnos otras inquietudes igualmente productivas: ¿qué modos de producción en el periodismo cultural han llevado, en muchos casos, a la mera transcripción de gacetillas de prensa?; ¿cuáles determinaciones infraestructurales conspiran contra la concreción de plataformas curatoriales razonables?; ¿será posible en el mediano plazo enhebrar relatos curatoriales sobre la producción artística local contemporánea sin recaer, intencionadamente o no, en el cliché de su pauperización?

 

Diagonal Sur. Arte Argentino Hoy, curaduría de Philippe Cyroulnik, Centro Cultural Borges, Buenos Aires, 4 de febrero – 27 de marzo de 2016.

3 Mar, 2016
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