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El personaje A comienza negando la existencia de la Libertad Total. B le responde que está de acuerdo. “¿Ya lo sabías?”, pregunta A, y redobla la apuesta: “Bueno, la libertad parcial tampoco existe”. “¿Tampoco?”, pregunta B. “No, tampoco, y tampoco la libertad mínima”. “¿Ninguna?”, pregunta B. “No, ninguna”, concluye A.
Así comienza La libertad total, la novela que Pablo Katchadjian publicó originalmente en 2013 y que ahora reedita Blatt & Ríos. El diálogo entre A y B, que comienza con el abordaje de un tema tan trascendente como el de la libertad, pronto degrada su aliento filosófico, herido por las subjetividades de ambos personajes. Estas huellas de identidad permiten delinear sus personalidades con bastante precisión, cuestión de gran importancia en lo sucesivo, dada la ausencia total de narrador. Así, la alternancia desquiciada de réplicas nos recuerda el discurrir de Vladimir y Estragon, junto a un árbol, todo el tiempo que Godot no vendrá, pero atravesado en este caso por una honda desconfianza en el lenguaje, la única herramienta que puede pretender el relato. En efecto, la sospecha por el doble sentido que implica toda ironía amenaza permanentemente el intercambio entre estos personajes con los que llegamos a encariñarnos, como si todo sarcasmo implicara un acto de violencia esencial, sin que importe su aparente sutileza.
La novela de Katchadjian no se limita, sin embargo, como en Beckett, al reducido espacio de un escenario. De hecho, la acción pronto se desata y, a medida que avanza, se irán incorporando otros personajes (C, D, E, F, G, H, I) con cuya participación A y B atravesarán una serie de peripecias que los llevarán a un desenlace tan absoluto como luminoso.
De lo filosófico a lo lírico, entonces, pasando por lo épico, La libertad total es una experiencia de lectura singular, en la que la imaginación del lector es desafiada por el mínimo de información que implica el diálogo como única materialidad, sin voz narrativa, de la cual la novela prescinde con sorprendente éxito. Los personajes de esta historia están construidos con la habilidad del titiritero que da vida a objetos inanimados; debaten, organizan una resistencia, una fuga, se convierten en asesinos, en fugitivos, en exploradores, en aventureros…, para terminar hallando un destino insospechado, metafísico, maravilloso.
La reedición de esta novela, tan absurda como adictiva, además de acercarla a nuevos lectores, tiene la virtud de confirmar que la literatura que realmente importa ilumina siempre vastas zonas del más absoluto presente.
Pablo Katchadjian, La libertad total, Blatt & Ríos, 2025, 144 págs.
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