De una primera audición, podría deducirse que Craig Taborn es un obsesivo de las ochenta y ocho teclas, una especie de Mal Waldron contemporáneo o de Scriabin sin tiempo, pero nos lo desmiente su sucinta actividad discográfica: sólo seis discos en veinte años de carrera para un pianista muy solicitado como sideman y admirado como solista y compositor. Si se hace un recorrido por su música grabada –y, ¿por qué no?, por las pausas entre un disco y otro, y también por el silencio y sus significados–, arropando la música se encuentran concentración y sensibilidad, además de una falta dominante de concesiones y seducciones. A pesar de la aparente sequedad que puede deducir quien no haya escuchado nunca a Taborn, esta es obra entretenida en el mejor sentido, el de la variedad y la sorpresa. Muy apreciable es la abundancia rítmica, alejada de la pulsación uniforme y la respiración cómoda, tan habitual en el espectáculo jazzístico.
La música de Taborn en este CD en trío imprime una matriz netamente jazzística –aunque en ella siempre estén presentes restos de la música contemporánea académica– donde el pianista propone una complicidad con el oyente, hecha de una atención absoluta que implican la respiración y el pulso. Su prudencia es reflexión. La consecuencia, unos cantos que no son de la voz sino del silencio y los silencios.
A principios de los años noventa, Taborn se dio a conocer como miembro del cuarteto del saxofonista James Carter, cuya tendencia al espectáculo energético y epidérmico eclipsaba el talento del pianista. No obstante, entonces se podía advertir un plectro permanente en él, no deslumbrante pero sí de peso. También se evidenciaba su adscripción a las vanguardias y una mirada crítica sobre los aspectos más formales del jazz dominante del momento, tendentes a lo pulcro, relamido y uniforme. Sus colaboraciones posteriores con músicos como Mat Maneri, Roscoe Mitchell, Dave Douglas, Tim Berne y Marty Ehrlich confirmaron esa propensión y revelaron su inquietud por la expresión más libre y arriesgada, por la expansión. Taborn es un pianista con una sólida preparación instrumental, teórica y compositiva, una persona tan preocupada por el resultado de su música como por sus significados.
Así, un cuarto de siglo después de su estreno como líder, se presenta al frente de un trío con Thomas Morgan en contrabajo y el excepcional Gerald Cleaver en batería. Música de apariencia severa y de goce misterioso.
Craig Taborn Trio, Chants, ECM, 2013.
Alan Courtis es una figura caleidoscópica que ha cruzado la frontera que define para sí la práctica musical. Uno de los artífices de Reynols, rareza argentina en...
Exponentes de la música instrumental argentina, José María Saluzzi y Juan Fracchi llevan más de doce años trabajando juntos, y desde 2013 como dúo. La combinación de...
“Piano negro, canciones grises y canciones rosas”. Con estas palabras, Pierre Saka define a la cantautora Barbara (Monique Serf) en su libro La grande anthologie de la...
Send this to friend