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Murder Most Foul / I Contain Multitudes

Bob Dylan

MÚSICA

Uno de los personajes más memorables de Rolling Thunder Revue, el (casi) documental de Scorsese sobre la gira homónima y enmascarada de Bob Dylan y sus amigos por las profundidades de Estados Unidos en los setenta, acaso sea esa groupie obsesiva interpretada por Sharon Stone. Su presencia se explica como una muestra más del humor dylaniano, ese que cuando menos lo esperamos aparece para recordarnos una y otra vez que no debemos tomarlo tan en serio. “Dale a un hombre una máscara y te dirá la verdad”, le dice Dylan a Scorsese, evocando a Wilde. “Y si no tiene máscara, probablemente mienta”. Por eso el personaje de Sharon Stone, una actriz llamada Sharon Stone que jura haber estado entre el público de la Rolling Thunder Revue en su juventud, es la encargada de hablarnos sin máscara, con su propio nombre, para mentirnos descaradamente y, con ese gesto, echar un manto de duda sobre todos los que hablan a cara descubierta en la película, Dylan incluido (cada noche, en cambio, Dylan subía a escena con una máscara, como insinuando que es ahí, en las canciones, donde debe buscarse la verdad).

Ahora, los amigos Scorsese y Dylan ofrecieron casi contemporáneamente dos obras desmesuradas acerca de episodios de la historia reciente de Estados Unidos leídos como cifra de una tragedia de proporciones cósmicas, que trasciende a los personajes humanos atrapados en campos de fuerza que no dominan. De El irlandés, la película de Scorsese que señala al elusivo asesino de Jimmy Hoffa, nadie se privó de remarcar el extenso metraje. Por su parte, “Murder Most Foul”, la canción de Dylan, retoma el aliento de épicas como “Tempest” o “Desolation Row” y, con diecisiete minutos, destrona los dieciséis de “Highlands” como canción más extensa de Dylan. Aquí también el tema es un asesinato “abyecto”, un magnicidio que, en el film de Scorsese, es mencionado tangencial pero inequívocamente.

En “Murder Most Foul”, el asesinato de JFK es leído en clave de sacrificio ritual, con resonancias bíblicas pero también alusiones a rimas infantiles, como si se tratara de un episodio que rebosa de sentido y se transforma en material de leyenda. Y con la extensa nómina de obras y artistas que, en la segunda mitad de la canción, le reclama al DJ Wolfman Jack, Dylan parece finalmente reconocer su propia estatura legendaria: la última canción que pide es la suya, la que estamos escuchando. Esa “edad del Anticristo” que, según la canción, el asesinato de Kennedy supuestamente inaugura coincide con la carrera del propio Dylan, cuyo despegue se dio precisamente en 1963 con la publicación de The Freewheelin’ Bob Dylan.

Y ahora, justo cuando estaba revisando estas notas, Dylan sorprende una vez más y, en la madrugada del 17 de abril, lanza una nueva canción, casi una coda a “Murder Most Foul” o, también, una confirmación de que acaso haya un disco completo en ciernes. El ambiente camarístico y otoñal de “I Contain Multitudes” parece un destilado de los arreglos para sus últimos discos de standards, especialmente el nocturno Shadows in the Night. Delicados y melancólicos, los fraseos de las dos canciones son mínimos, pero con toda la expresividad que los compañeros de ruta de Dylan cultivaron en los últimos años.

La novedad, en todo caso, reside en la declamación de Dylan, que retoma algo de los viejos talkin’ blues de Woody Guthrie, pasados por su filtro de crooner crepuscular. Pero el antecedente de “Murder Most Foul” y “I Contain Multitudes” acaso deba buscarse en el aliento cinematográfico de “Brownsville Girl”, escrita durante la Rolling Thunder Revue junto a Sam Shepard. En una entrevista, Shepard contó que Dylan le pedía versos cada vez más largos. “¿Cómo vas a hacer que entren en la métrica?”, le preguntaba el dramaturgo a la máscara. “Vos escribilos; yo me encargo de que entren”, era siempre la respuesta. Casi cuarenta años más tarde, Dylan logró escribir versos que rebasan su cauce como esa crecida del Mississippi de 1927 a la que le dedicó varias canciones —y obviemos el hecho de que estos nuevos títulos sean lanzados en medio de una pandemia: Dylan ya escribió sobre sus causas (“Foot of Pride”) y sus consecuencias (“Ain’t Talking”)—.

Con sus referencias a la muerte, a amores perdidos, con su repaso de una vida sin reproches, “I Contain Multitudes” parece una retrospectiva musical o una despedida sincera, hasta que las referencias a Ana Frank junto a Indiana Jones y los Rolling Stones, sumadas a algunas de las rimas más divertidas desde Love and Theft, nos sacan la alfombra de abajo de los pies. El título mismo, con su cita descarada de Whitman (el mismo Whitman que también tenía un cameo en la elegíaca recreación dylaniana de la Guerra Civil que es “‘Cross the Green Mountain”), era más bien una advertencia: Dylan está en todas partes, pero nunca donde lo esperamos.

 

Bob Dylan, “Murder Most Foul” y “I Contain Multitudes”, Columbia Records, 2020.

30 Abr, 2020
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