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Este año se cumplen cien años del nacimiento de una de las escritoras más importantes del siglo XX: Iris Murdoch, irlandesa que vivió toda su vida en Inglaterra, profesora de filosofía, discípula de Wittgenstein y autora de una tesis sobre Sartre. Bajo la red, que vio la luz en 1954 en Londres, es un Künstlerroman narrado por el propio protagonista, Jake Donahue, un joven escritor que vive de sus amantes y amigos, a la deriva en una trama de casualidades desde que es echado de la casa de su ex novia y debe salir en busca de un nuevo alojamiento.
La historia abarca su odisea por Londres y una visita a París, durante la que se ve envuelto en una serie de insólitos sucesos que le proporcionarán el aprendizaje necesario para madurar y convertirse en el escritor que quiere y puede ser. En esa semana se topa con un pretencioso corredor de apuestas, un líder de izquierda, una glamorosa actriz, algunos mimos, duerme dentro de la piel de un oso, gira por bares, se baña desnudo y borracho en el Támesis, secuestra a un perro-estrella de cine, se cuela de noche en un hospital para ayudar a escapar a un amigo, desciende al infierno de su alma y regresa trasformado.
Esta novela es una reflexión sobre la vida humana, la contingencia, la incapacidad del lenguaje para la comunicación y una loa al silencio. La “red” es la trampa del lenguaje. La verdad, como pensaba Wittgenstein, no tolera verbalización. Cada intento de hablar o escribir sobre ella implica colocarle una red que torna confusa la imagen que se intenta transmitir, que la elude. Sólo el silencio permite una genuina comunicación.
A la vez, la novela trata sobre el amor no correspondido: A ama a B, que ama a C, que ama a A, lo cual forma parte de la discrepancia de Murdoch con la idea existencialista en boga en el momento en que escribe, de que los humanos controlamos nuestros destinos gracias a nuestra capacidad de decisión. Para la autora, ese dominio es ilusorio, el entorno juega un papel preponderante en nuestras vidas y, en gran medida, estamos a merced del azar.
Por último, si en la actualidad se reivindica la escritura femenina y la perspectiva de género, es de notar que Murdoch no escribió desde su identidad de mujer; su voz es más bien masculina, lo que no quita ni agrega, ya que la novela es excelente y la traducción española de Javier Alfaya y Barbara McShane, ajustada y correcta.
Iris Murdoch, Bajo la red, traducción de Javier Alfaya y Barbara McShane, Impedimenta, 2018, 352 págs.
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