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En una carta fechada el 16 de enero de 1852, Flaubert le resume a Louise Colet su programa estético: “Lo que me parece bello, lo que quisiera escribir, es un libro sobre nada. Un libro sin atadura exterior, que se sostenga por la fuerza interna de su estilo, como la tierra sin ser sostenida se mantiene en el aire, un libro que no tuviera casi tema o que al menos el tema sea casi invisible”; y más adelante, en una carta del 15 de mayo de 1859 a Ernest Feydeau, lo resume aún más: “el estilo no es más que una manera de pensar”. De esa compulsión irrefrenable por la realización de una idea se compone Correspondencia teórica (cartas sobre problemas literarios), cuya selección, traducción y prólogo corren por cuenta de Damián Tabarovsky y en el que se asiste a una articulación fina: la orquestación ideológica del autor de Bouvard y Pécuchet. Leyendo de corrido —o de la manera que el lector desee— las cuarenta y dos misivas que lo componen se verifican tanto la progresión como la coherencia del estilo distintivo de Flaubert, a saber, la búsqueda de la frase perfecta. Dice Roland Barthes en el prólogo del libro: “La odisea de la frase es la novela de las novelas de Flaubert”; también lo es la imposibilidad que subyace a su forma de escribir: “Qué milagro sería para mí, a esta altura, escribir sólo dos páginas por día, yo, que apenas escribo tres por semana”; la insistencia en la impersonalidad que busca reflejar en su obra: “El artista debe ser con su obra como Dios en la creación, invisible y todopoderoso; que se lo sienta por todas partes, pero que no se lo vea”, y algunos destellos de un humor corrosivo cuyos dardos apuntan, por lo general, al mercado literario: “Antes me haría preceptor en un colegio que escribir cuatro líneas por dinero”. Lo anteriormente mencionado constituye, ante todo, un viaje hacia la educación teórico-sentimental del autor de Madame Bovary.
Es necesario remarcar lo extremadamente riguroso que ha sido el traductor en la revisión de las ediciones francesas de estas cartas (Pléiade, Flammarion, etc.), las cuales ha ordenado según fechas de emisión y destinatarios (entre los que se hallan la anteriormente mencionada Louise Colet, pero también Louis Bouilhet, Charles Baudelaire, George Sand, Jules Michelet e Iván Turguénev, entre otros), yendo inclusive más allá en su potencia creativa que la Correspondencia que figura en el Centre Flaubert (centro de investigación que aún no cuenta con una presentación de las cartas “por tema”). Es una pena que esta edición, llena de erratas, no se haya corregido con el mismo cuidado.
En resumen, este compendio se presenta como puerta de acceso al laboratorio teórico de una de las mentes más intempestivas de la historia de la literatura, y a la vez se muestra como síntoma de una nueva configuración que se establece a partir del mismo Flaubert: la de “la literatura como una comunidad inoperante”.
Gustave Flaubert, Correspondencia teórica. Cartas sobre problemas literarios, traducción y selección de Damián Tabarovsky, Mardulce, 2017, 168 págs.
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