Buenos Aires neoliberal: un bien común usurpado y vacío de sentido

En Mi abandono de Peter Rock (Utah, 1967), asistimos a un intento de reivindicación del individuo bucólico que da la espalda a la llamada del capital, aunque veremos que en la novela esta empresa se vuelve casi imposible.
Caroline y Padre pasan sus días en los bosques de Oregon leyendo enciclopedias, caminando y, cuando la ocasión lo amerita, ensayando formas del escape y la desaparición. Caroline es una preadolescente que nos va describiendo en presente las actividades del acontecer diario; la perspectiva se asemeja a la estética hiperrealista propia de los videos outdoor filmados bajo el soporte GoPro.
Un día el equilibro de esta vida en los bosques se modifica sensiblemente: Caroline está leyendo sobre un árbol, unas ramas caen y hacen salir de su trance a un runner que circulaba por la zona. El episodio decantará en el quiebre de un ecosistema que sostenía la dinámica de este par, dando comienzo al proceso de “domesticación”: la policía los detiene y luego de una serie de exámenes e interrogatorios se ven obligados a vivir en sociedad.
El libro de Rock trabaja desde una tesis que permite volver a la tensión generada entre la civilización y lo que está en otra parte. Como ocurre en la película Captain Fantastic de Matt Ross (2016), tanto Caroline como su padre han aprendido a vivir de forma saludable haciendo ejercicio, alimentándose medidamente y sosteniendo una educación de gran exigencia. Esto permite desnudar todas las falencias que presenta el modelo de sociedad que se viene sosteniendo desde los tiempos de Thoreau hasta la fecha. Y es que la impronta del autor de Desobediencia civil pervive a lo largo y a lo ancho del libro de Rock; el epígrafe que da comienzo al libro (“Es notable cuántas criaturas viven libres y salvajes en secreto en los bosques, pero se alimentan en los alrededores de los pueblos bajo la sola sospecha de los cazadores”) nos sitúa en un atolladero que, parece, no podemos resolver: por más que intentemos alejarnos del ámbito social, su presencia seguirá siendo ominosa y su avance, implacable.
Lejos de cierta lectura forzada que reconoce los ideales antisistema como un enmascaramiento de corte capitalista, la influencia mítica de Thoreau (re)aparece en el libro de Rock bajo una fisonomía distinta, acaso aggiornada; una que no termina por negar la vida en sociedad, pero tampoco termina negando que podemos sostener nuestra subjetividad por afuera del flujo mundano. La frase que figura casi al final del libro sostiene esa tesis: “hombre grande es aquel que en medio de las muchedumbres mantiene con perfecta dulzura la independencia de la soledad”. Acaso Mi abandono sea la guía necesaria para dar el puntapié inicial.
Peter Rock, Mi abandono, traducción de Micaela Ortelli, Godot, 2019, 184 págs.
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