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OTRAS LITERATURAS

“Nadie habla por primera vez ante el silencio abismal del universo”, escribió Bajtín. Aunque no por haber adoptado como propia la frase del teórico ruso deja uno de interrogarse por aquellas iniciativas que crean la ilusión de un nuevo comienzo. Más aún si ese atisbo va acompañado de buenas dosis de juego y rigor formal. Oulipo, acrónimo de Ouvroir de littérature potentielle —“Taller de literatura potencial”, en español—, es el nombre que adoptó en 1960 un grupo de escritores y matemáticos que se plantearon, siguiendo la estela del “procedimiento” de Raymond Roussel, buscar nuevas formas y estructuras que podrían ser utilizadas por otros escritores a su antojo. Partiendo de la premisa de que el lenguaje es un objeto, se dedicaron a explorar sus potencialidades para obligar —según Marcel Bènabou— “al sistema del lenguaje a salir de su funcionamiento ordinario”. La palabra clave es restricción (contrainte). Puesto que al momento de escribir nadie está exento de acatar determinadas reglas, sean formales o psicológicas, conscientes o no, los oulipianos se imponen obstáculos deliberados que funcionan como reglas generativas de un nuevo régimen de producción textual. Lo paradójico es que, en lugar de obstruirla, las restricciones liberan la imaginación. Oulipo no pretende ser un movimiento ni una escuela, sino más bien un grupo de investigación; su tarea es doble: por un lado, la invención y exploración de nuevas restricciones y, por el otro, la búsqueda en textos antiguos de antecedentes o precursores, los denominados “plagiarios por anticipación”. Se trata, en definitiva, de inventar e inventariar. Que quede claro: el objetivo no es producir artefactos literarios, sino explorar mecanismos renovadores que ensanchen el campo de posibilidades de la escritura. Dice Georges Perec: “Preocupada por sus grandes mayúsculas (la Obra, el Estilo, la Inspiración, la Visión de Mundo, las Opciones fundamentales, el Genio, la Creación, etc.), la historia de la literatura parece ignorar deliberadamente la escritura como práctica, como trabajo, como juego”.

Y ahora un poco de historia. El ecléctico e infatigable Raymond Queneau estaba atascado en la escritura de lo que sería Cent mille milliards de poèmes —primera obra oulipiana intencional, compuesta por diez sonetos de catorce versos cada uno que pueden combinarse aleatoriamente entre sí hasta formar cien billones de poemas, como su título indica—, cuando el matemático François Le Lionnais le propone crear un grupo de investigación de literatura experimental. Será en noviembre de 1960 cuando se concrete la idea. Además de los cofundadores, la primera camada estaba integrada por Nöel Arnaud, Marcel Bénabou, Jean Queval, Luc Étienne, Jean Lescure, Claude Berge, Latis y Albert-Marie Schmidt. Más tarde se sumarían figuras de la talla de Perec, Italo Calvino y Marcel Duchamp. Apéndice del Colegio de Patafísica en sus comienzos, Oulipo se emancipará y se convertirá en el grupo literario más longevo de la historia, que lleva más de medio siglo en actividad; y aún más, si tomamos en cuenta que un año oulipiano equivale a un siglo normal.

El imprescindible volumen que acaba de editar Caja Negra, una selección de textos de las tres antologías de Oulipo publicadas por la editorial francesa Gallimard y admirablemente traducida por Ezequiel Alemián, propone un recorrido por la historia del grupo organizado en cuatro “módulos”: “Hacia una definición de la literatura potencial”, “Alrededor de Raymond Queneau”, “Sobre restricciones y experiencias” y “Ejercicios, experimentos”. Por último, un apéndice, “Caja de ideas”, incluye el imperdible listado y comentario de las principales restricciones inventadas por los miembros del grupo como, por ejemplo, el método S+7, consistente en reemplazar cada sustantivo de un texto por el séptimo consecutivo de un diccionario cualquiera.

Cómo extraer una nueva palabra de lo ya dicho bien podría ser la pregunta de la que partió Oulipo . O mejor aún: cómo olvidarse de uno mismo entregándose a un dispositivo. Porque más que legar un inventario de fórmulas, lo que Oulipo ofrece, casi como un don, es un eficaz antídoto contra la plétora de ficciones que basculan en torno al nombre propio y a la indolencia imaginativa.

 

R. Queneau, G. Perec, F. Le Lionnais, I. Calvino, H. Mathews y otros, Oulipo. Ejercicios de literatura potencial, traducción de Ezequiel Alemián, Caja Negra, 2016, 352 págs.

 

8 Dic, 2016
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