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Yo te vi caer

Santiago Loza

TEATRO

Yo te vi caer aborda de manera corporal, fílmica, musical y por medio de la palabra una serie de caídas, a partir de la participación de dos intérpretes, Santiago Loza y Diana Szeinblum, un espacio blanco, un par de sillas, un par de mesas, tres pantallas. La caída tiene aquí al menos un doble sentido: el literal de la pérdida del equilibrio y el aterrizaje más rápido o más lento –según diferentes variables, por ejemplo, la altura de la caída– en el suelo o el agua, y el metafórico de la caída amorosa, moral, etc. Se trata, entonces, de la caída física y espiritual. Y ya esta pequeña descripción deja entrever la pretensión filosófica del espectáculo. Esto se refuerza en algunas de las frases leídas por los intérpretes, que resaltan el carácter atemporal, fuera también de los condicionamientos concretos de las formas de la espacialidad, de quien cae, de quien es todo caída, todo hueco, todo vacío.

En dos pantallas colocadas en el proscenio, fragmentos de película en blanco y negro registran imágenes de caídas de la figura femenina que se encuentra ante nosotros también de manera corporal. Las imágenes prescinden de cualquier anclaje posible en el tiempo o en el espacio, en consonancia con la puesta en escena y con la manera en que el cuerpo de Szeinblum expresa modos diferentes del ser de la caída en la primera parte de la obra, antes de que comience el contrapunto de la expresión verbal. En el marco de una escenografía despojada de casi todo, una mujer se desplaza por el espacio y cae de forma reiterada, como un loop, al igual que las imágenes recurrentes de las dos pantallas del proscenio, que se repiten indefinidamente.

Una gran pantalla por detrás de los intérpretes muestra distintas caídas y pone de manifiesto ideas y conceptos vinculados al universo semántico de la caída. La obra prescinde por completo de argumento dramático o de cualquier construcción de personajes, pero no de historias: en los textos leídos se desarrollan algunas pequeñas historias de caídas, por ejemplo, un grupo de niños chinos que caen al río. Aquí encontramos sugerido el contrapunto de diferentes modos históricos del ser de la caída.

En sintonía con otras obras de Loza, Yo te vi caer funciona a partir de monólogos inteligentes, el despliegue corporal de una gran intérprete femenina, una puesta en escena austera y conceptual. La inteligencia de Maricel Álvarez, la directora, se destaca sobre todo porque no pretende fijar la mirada del espectador a un centro especial de atención. Por el contrario, deja que este, desorientado, intente buscar los propios parámetros de orientación dentro de un espectáculo en el que confluyen diversas modalidades de expresión: música, imagen cinematográfica, monólogos, etc. Es vano intentar componer a partir de las partes una totalidad; la obra está concebida como una yuxtaposición de significantes, cuyo sentido es tan oculto o ambiguo como el de la propia caída.

 

Yo te vi caer, de Santiago Loza, dirección y puesta en escena de Maricel Álvarez, Ciudad Cultural Konex, Buenos Aires.

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