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Liliana Maresca, una época

Juan Laxagueborde

ARTE

Para empezar, la pregunta: ¿por qué escribir sobre Maresca hoy? En otro texto de Juan Laxagueborde que abre el primer número de la revista Segunda Época, se lee: “Hay preguntas que se pueden hacer siempre, se llaman mitos. El mito es lo que siempre resiste algo más”. Lo que resiste puede ser un cuerpo, una ciudad, un recuerdo, y este libro los conjuga a todos.

Hay en él un respeto casi sagrado por Liliana Maresca, por su intimidad y también por su legado. Al mismo tiempo, el efecto inverso, una profanación cuidada de la imagen distante, porque si no, ¿cómo hablar de lo idealizado? Al ser tratada como una época, Maresca pasa de ser artista a ser un entorno, una ciudad en un momento (en varios momentos). Para hablar de ella hay que pasar de una cosa a la otra, ya sea de una persona que lleva a otra, o de un objeto a otro, o de un espacio a otro. Ni las épocas son solamente el recuento de las cosas que pasaron, ni las biografías de artista son un inventario de obras y exposiciones, ni las obras un listado de materiales. El autor rescata, en este libro, esa poética que siempre se escapa.

Con la atención discreta de un sociólogo romántico, describe vínculos, objetos y eventos que definen a Maresca al sesgo y se encuentra con muchas personas que la definen desde adentro, con ganas de recordarla de determinada forma. La intriga avanza pincelando cada pedacito que pueda quedar en la gente que la conoció. Laxagueborde trabaja estos relatos con mucha dedicación y así construye un entorno. Dice que hay que pensar los objetos de Maresca agarrados de la historia de los objetos en general. Entonces, hablar de Maresca es sobre todo hablar de la amistad en general y de las ocurrencias que los vínculos sostienen para sobrevivir y multiplicarse. Me pregunto si se podría hacer lo mismo con otras personas presentes en el libro; por ejemplo, hacer una biografía de Marcia Schvartz hablando de sus amigxs y las cosas que hacían. Creo que no de todas sería posible.

Una pregunta que ronda el libro es ¿quién se hace solo? Un embrollo de nombres pasa de página en página, y en el libro Maresca nunca aparece sola, siempre está acompañada. Cada parte de su vida puede ser puesta en paralelo con la de otra persona, ya sea por compañía o por asociación: Néstor Perlongher, Simone Weil, Roberto Jacoby, Marcia Schvartz, Jorge Gumier Maier y muchxs más. Es un florero de nombres que pueden contradecirse en sus relatos, pero Laxagueborde elige qué mostrar. Como si en realidad qué pasó y qué no pasó no importara tanto, lo que importa ahora es lo que la gente tenga para decir.

Así, rastrea lo que queda de Maresca en ellxs, con afán de saber qué hay de todxs ellxs en la obra de Maresca. Una investigación espejo. Tal vez eso da señales de lo que significa una generación y también qué significa ser una gran artista. ¿Cómo es el balance entre las causas y los efectos? En una artista tan particular como Maresca, evasora y exponencial, “mostrar” y “guardar” eran signos en tensión de la época. Los objetos del arte se destruían, los quemaban o desarmaban; empezaban a vivir la experiencia del arte así. ¿Cuánto puede permanecer alguien que se difumina? El libro parece insinuar que difuminarse es esparcirse.

Localizar a Maresca es armar el mapa suburbano de sus acciones, de sus afectos y los efectos de sus obras. Es un gesto de ubicar y tratar de volver cosa a una artista que entra en todas pero siempre logra escaparse por un hueco, por ejemplo, cuando vemos su obra en el museo sentimos que no pertenece ahí y al mismo tiempo sí. Caminar la época Maresca es una invitación a localizar, no tanto en un sentido temporal, el correr de la historia, sino más en un sentido del presente, del espacio. Se abre la pregunta por los ecos y las propuestas que habitamos hoy. ¿Cuán al costado de la conciencia se puede vivir?

Laxagueborde, con sus acciones y con el libro, le devuelve el gesto, el de multiplicar. No es el único ni tampoco el primero que ante la pregunta por Maresca trabaja en torno a esa pregunta, cuidando la pregunta como si fuera un tesoro. Creo que ni él ni nadie de los que se propusieron hacer algo con la pregunta sobre Maresca quisieron responderla. Mejor dejarla tranquila, mejor encender el entorno.

 

Juan Laxagueborde, Liliana Maresca, una época, Mansalva, 152 págs.

8 Ago, 2024
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