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Varios no son uno

Gustavo Marrone

ARTE

Con el poema “A mí me gusta acá”, Federico Manuel Peralta Ramos solía interrumpir los monólogos de Tato Bores. El mismo poema es el foco textual del que se nutre Gustavo Marrone para producir una de las series que presentó en la muestra Varios no son uno, en María Casado Home Gallery. La serie de dibujos, titulada “Acá”, condensa buena parte de la atención, en la medida en que pone en primer plano un conjunto de elementos iluminadores. Dispuestos sintagmáticamente y vertebrados por la mención del adverbio, los dibujos producen la narratividad de una crónica, el registro acumulativo de acción presente, que bajo la luz del texto de referencia se dispara en una doble dirección. Por un lado, a la densidad autobiográfica del regreso del artista a Buenos Aires luego de vivir en el exterior por casi veinticinco años; por el otro, a una defensa acarbonillada de esa forma de deixis pura en la que los antecesores de Marrone procuraron convertir el arte, el arte vivo, ahora, acá.

En rigor, esa suerte de irreverencia es la que reaparece en la serie de cuatro pinturas presentada en la muestra, donde la confianza desusada en la combinación pictórico-verbal aparta a Marrone de las modulaciones contemporáneas de la pintura, más atentas a las formas ceremoniales y dominadas por cierta mudez programática. “Potencial”, “Capital excedente”, “Nuca” y “CABA” comparten esa suerte de vigor asertivo. De hecho, la aserción (la frase) es tal vez una de las formas en que el artista más y mejor trabajó. Estarcidas en los restos encontrados de bastidores, las palabras puntúan una idea (“La culpa no desaparece se transforma”) que intenta distanciarse de la linealidad y la superación de lo actual para recordar que hay sobrevivencias.

Al hacerlo en el contexto residencial, exterior a la ciudad y distanciado del espacio María Casado Home Gallery, Marrone señala con melancolía: no hay otro lugar mejor que “acá”, aunque sea por su potencial. En este sentido, el resguardo de esa euforia sesentista por señalar (y señalarse), que se remonta al trabajo de Alberto Greco y al mismo Federico Manuel Peralta Ramos, le permite en esta ocasión a Marrone, sindicado como un artista de los ochenta, trazar un hilo común entre esos dos planetas temporales que suelen ser presentados como astros que orbitan uno muy lejos del otro. Los ochenta no son otra cosa que su pasado entregado a la entropía. Y el presente es una cosa que hay que recuperar, aunque más no sea a través del anacronismo. Realizado en cualquier galería metropolitana, ese movimiento seguramente habría quedado invisibilizado.

 

Gustavo Marrone, Varios no son uno, María Casado Home Gallery, Beccar, provincia de Buenos Aires, 13 de septiembre 26 de octubre de 2014.

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