Otra Parte es un buscador de sorpresas de la cultura
más fiable que Google, Instagram, Youtube, Twitter o Spotify.
Lleva veinte años haciendo crítica, no quiere venderte nada y es gratis.
Apoyanos.
Ya lejos del éxtasis hierático del cine mexicano de los años cuarenta y cincuenta, de las imágenes estilizadas de las películas de Emilio Fernández y Roberto Gavaldón y los rostros afectados de sus películas, viene un largo período de crisis donde, entre otras cosas, se cuestionan los valores estéticos que culmina en los setenta. Los nuevos directores renuevan el lenguaje y abren caminos narrativos, presentan personajes poco o nada explorados, que antes hubiese sido imposible ver en pantalla. De forma sucinta, son los años del apogeo del PRI, el partido que gobernó México durante setenta años, y de la omnipresencia de la televisión, un método más eficaz y a la mano de alienación. También es el momento posterior inmediato a la matanza de estudiantes en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968. Había que relajar las prohibiciones y abrir, por lo menos en el terreno artístico, espacios de libertad, sin desatender ciertas condiciones. Eso fue la década de los setenta en el cine mexicano, una parcela de libertad creativa.
En la Sala Lugones, el ciclo Cine México 70 presentó filmes nunca antes vistos en la Argentina. Películas que gracias a su originalidad no han perdido vigor, que constituyen un descubrimiento para la cinefilia, incluso en México. Quizá a excepción de Fe, esperanza y caridad (1974), el resto de los filmes programados no son evidentes incluso para el gran público mexicano. Comentaré dos, realizados por directores sui generis que iniciaron sus carreras con bríos rompedores: La pasión según Berenice (1976) de Jaime Humberto Hermosillo y Cascabel (1977) de Raúl Araiza.
Alrededor de Berenice hay habladurías. Poco se sabe de ella. Su rostro, con una cicatriz, retiene el misterio. Es profesora de taquimecanografía y vive en la ciudad de Aguascalientes, en el centro-norte de México. “Otra vez volviste a soñar con el fuego, Berenice”, le dice su madrina, una usurera enferma que se resiste a morir, como si adivinara los dobleces que resguardan las honduras de la vida de su ahijada (Martha Navarro). Las vecinas y comadres de ese pueblo chico, infierno grande murmuran sobre sus visitas a la zona roja. Hermosillo interroga el relato de la provincia como paraíso perdido, glorificado por el cine que le precede. El tiempo no ha disipado el resplandor ambiguo del personaje ni de la película. ¿De qué huye Berenice? La huida implica una ruptura y una traición con la que estarían de acuerdo las feministas de hoy: hay que quemarlo todo, la casa y la familia incluidas. La pasión según Berenice es apenas la cuarta película del prolífico Hermosillo, el primer director abiertamente homosexual del cine mexicano.
En México hay pocas películas sobre el quehacer fílmico. Cascabel, de Raúl Araiza, cavila sobre la naturaleza contradictoria del cine. Un funcionario encomienda a un director (Sergio Jiménez) realizar un documental sobre los lacandones del estado de Chiapas, al sur del país. La puesta de cámara de Araiza filma el rodaje de la película, que compromete la libertad del creador, primero atento a registrar el paisaje chiapaneco en el que se esconde una realidad compleja; luego tentado para hacer un montaje de propaganda política. ¿El cine es un negocio, una forma de expresión artística o un ardid político? La trampa, dice uno de los personajes, es que la mayoría de las veces los directores no viven de acuerdo con las ideas que pregonan y sus películas jamás solucionan los problemas que pretenden. “¿A ti te interesan los lacandones o tu película?”. Cascabel condensa las fricciones de la época para hacer cine. Al fenómeno social se impone la naturaleza indómita: en la secuencia final, tensa e inolvidable, una serpiente se introduce en el saco de dormir del protagonista. La filmografía de Raúl Araiza, más recordado por su trabajo en televisión, merece una atenta revisión que revalorice sus aportes como cineasta.
La pasión según Berenice (México, 1976), guion de Jaime Humberto Hermosillo y José Emilio Pacheco, dirección de Jaime Humberto Hermosillo, 107 minutos; Cascabel (México, 1977), guion de Raúl Araiza, Antonio Monsell y Jorge Patiño, dirección de Raúl Araiza, 105 minutos, ciclo Cine México 70, Sala Leopoldo Lugones, Teatro San Martín, Buenos Aires, 15 a 27 de abril de 2025.
¿Qué quiere una mujer? Según El lugar de la otra, el inteligente, por momentos cómico y por momentos conmovedor drama de época dirigido por...
Imaginemos un espectador desprevenido que está por ver Tardes de soledad (2024) de Albert Serra en la última edición del Bafici. Sabe que la película es un...
La muerte rara vez es sólo biológica: también revela algo de quiénes somos. ¿No podría cada sociedad definirse, al menos en parte, por las tecnologías y rituales...
Send this to friend