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Atlas de botánica argentina

Miguel Lillo

TEORÍA Y ENSAYO

Por las razones que sea, uno agradece que las editoriales tomen riesgos y rescaten libros olvidados. En este caso, Ampersand ha publicado el Atlas de botánica argentina, una pequeña selección de la serie enciclopédica Genera et species plantarum argentinarum, del naturalista tucumano Miguel Lillo, lanzado originalmente en 1943 y cuyo último tomo se editó en 1956.

Lillo era un autodidacta que no sólo se propuso clasificar la totalidad de la flora argentina, sino que investigó también la fauna (ejemplo de ello es su bellísimo libro sobre las aves tucumanas) y fue nombrado doctor honoris causa por sus grandes aportes al estudio de la botánica. El Atlas, que pretendía funcionar como manual de bolsillo para otros científicos o viajeros exploradores, sigue la clásica taxonomía de Linneo en su forma de clasificación: la primera palabra en su esquema de binomios latinos nombra el género y la segunda nombra la especie. A lo largo de sus páginas, diversas ilustraciones muestran una imagen genérica de la planta, evitando aspectos coyunturales como podrían ser la mordedura de un insecto o la decoloración por el sol. En cada lámina se ve la planta entera, pero los detalles de algunas partes no respetan la escala. Su idea era que el dibujo no representara un espécimen real de la planta sino una imagen “idealizada”, para que funcionara como arquetipo de la especie y así fuera factible que se transmitiera el conocimiento científico.

Por otro lado, la ilustración mediante acuarelas, cuya técnica consistía en un pigmento molido en una solución acuosa de miel o goma arábiga que se solidifica por evaporación, facilitaba que no se deteriorara la información que otorga la imagen, ya que hubiera sido imposible conservar el ejemplar original de otro modo, por ejemplo mediante la técnica del herbario, debido a lo perecedero del material (los herbarios personales, como los de Emily Dickinson o Gabriela Mistral, pueden ser muy atractivos, pero no funcionan para divulgación masiva). Así como una mirada produce cierta narrativa, vale resaltar el hecho de que fueran acuarelas y no fotografías, como señala Carla Lois (que realizó un exhaustivo prólogo para el libro) en una entrevista: “en la percepción del dispositivo fotográfico persiste una fuerte opacidad, mientras que el dibujo no esconde la mano del que lo hizo”.

En esta edición, a diferencia del contexto de publicación donde las ilustraciones tenían como finalidad principal difundir el conocimiento científico, el objetivo es sin dudas mostrar un registro de archivo de cómo se transmitían los avances en el conocimiento de la botánica, aunque quizás se trate de transmitir belleza. Algo que puede verse también en el diseño de tapa realizado por Marcos Fariña y que se enfatiza por el formato elegido. Como señalaba Goethe en La metamorfosis de las plantas: “la naturaleza se expresa a sí misma desde todos sus rincones y en todas las direcciones mientras realiza su trabajo creador”. El Atlas de botánica argentina no sólo ofrece la posibilidad de atesorar un inventario de gran parte de la flora argentina, es también un libro hermoso para coleccionistas, para fetichistas y para curiosos y amantes de la botánica.

 

Miguel Lillo, Atlas de botánica argentina. La ilustración científica en el “Genera et species plantarum argentinarum, introducción de Carla Lois, Ampersand, 2022, 146 págs.

 

20 Oct, 2022
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