En mitad de tanto fuego

“No nos van a matar ahora, a pesar de que ya nos matan”, escribe Jota Mombaça. Artistx y escritorx brasileñx, Mombaça es negrx y trans no binarie, y en esa intersección sitúa una enunciación que es por momentos susurro, por momentos grito, por momentos canto, una enunciación que incluye en la primera persona del plural a los colectivos que padecen cotidianamente la violencia sistémica de la blanquitud y el fundamentalismo cisgénero. Nos nos van a matar ahora es un libro ecléctico: reúne ensayos teóricos, textos autobiográficos, reseñas de obras, una carta a las amigas, una carta abierta, una breve ficción especulativa en la que la narradora renuncia a su humanidad para volverse tierra. Se puede pensar como un conjunto de herramientas que se articulan para poner en evidencia las tensiones éticas, estéticas y políticas en las formas contemporáneas de producción del conocimiento, en general, y del mercado del arte, en particular. Pero acaso sería mejor pensar en la diversidad de tonos del libro como un ecosistema variado, y por lo tanto fértil, para producir concepciones ricas que potencien nuevas desviaciones respecto de los proyectos normalizadores del mundo.
“No nos van a matar ahora, a pesar de que ya nos matan”: la frase merece una pausa. No sólo por su crudeza, sino porque en su estructura se expresa algo que va más allá de lo que dice. Y aunque este no sea un libro que proponga necesariamente una atención especial a la sintaxis, en sus formas se revelan claves de lectura. “No nos van a matar ahora” desplaza la amenaza de muerte hacia el futuro: declara un todavía, un margen temporal en el que la vida insiste. “A pesar de que” introduce una concesión, reconoce un hecho contrario, es una bisagra gramatical que sostiene a la vez dos realidades opuestas: la continuidad de la vida y la persistencia de la muerte, sin que una anule a la otra. “Ya nos matan” sitúa esa violencia en el presente, exhibe el asesinato como algo que ocurre de manera sistemática y continuada. ¿Sucede esto en todos lados? ¿Hay donde exiliarse? No, afirma Mombaça, no hay; entonces, escribe.
Paradoja temporal, esta escritura existe en dos formas del presente que conviven sin coincidir. El tiempo de “ya nos matan” es un presente acumulado, largo, que se estira horrorosamente en el tiempo; en “No nos van a matar ahora”, en cambio, el presente es una resistencia. Es una forma de oponerse a esta violencia: chocar el presente, pelearle la vida. Los once capítulos que componen el libro se suceden en negativo, del 1 al -9. ¿Avanza la lectura o retrocede? Avanza en contra. En contradicción. No es que no se mueva: se mueve hacia donde no estaba previsto. Si nuestras sociedades definen una dirección positiva, de progreso, por ejemplo, a través de la acumulación de bienes, la formación de una familia y la reproducción del orden, Mombaça mueve su texto a contrapelo, queeriza la progresión. Siguiendo a Denise Ferreira da Silva, recuerda que “menos por menos da más”, y que las vidas en negativo —vidas que la norma considera menos— no se restan entre sí, sino que se suman y se multiplican en la ausencia. No es sólo un gesto político contra el mundo normalizado, No nos van a matar ahora es también una manera de hacer, de habitar la lengua y el tiempo, desde la potencia que emerge de la negación acumulada.
Jota Mombaça, No nos van a matar ahora, traducción de Diego Cepeda, palabras preliminares de Abigail Campos Leal, Caja Negra, 2024, 128 págs.
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