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La gestación de un impulso criminal y una historia de amor entre dos jóvenes varones podrían señalarse, con un trazo más fuerte, como los ejes narrativos que dan vigor y fibra a En tu mundo raro… Sin embargo, también el entorno, los propios personajes, la mímesis de una jerga joven que parece un poco corta y brutal y cuyas figuras y connotaciones están llenas de colores e ironías, tanto como otros pormenores contiguos a esas tramas principales, terminan de presentar un policial sangriento y sorprendente en un relato breve, tenso y notablemente bien amalgamado.
Tres chicos, Seba, el Colo y Paraná —qué ajustados también los sobrenombres— transitan los últimos años de la secundaria y los primeros de la siguiente juventud. Entre ellos existe una unión rara, sostenida casi a golpes de rutina, que cuesta un poco definir como amistad. Van y vienen por las calles de algo que podría asemejarse a Carupá o a Malvinas Argentinas, con ese ritmo algo autómata que acompaña a los adolescentes. De pronto, en un salto de página —y el manejo de los tiempos es aquí otra virtud—, ya se han hecho algo más grandes, y esa especie de anodinia que los ensamblaba empieza a agitarse como si algo urgente apremiara: nada tan vivificante como el deseo o la atracción. Mientras el Colo intenta encaramarse como el tipo más estándar —pregunta “¿Y nosotros para qué mundo estamos?”—, Paraná, al principio el humillado, ahora va a matar; y Seba, de entrada un tanto más desacoplado porque de los tres es el que lee, se enciende de deseo por el propio Paraná.
Escrita en una prosa seca que aparece casi siempre entretejida con el tema policial, la novela tiene también una fuerte impronta visual. Muchas de las escenas que conforman los brevísimos capítulos —que como latigazos de luz y de efectos parecen encresparse y ponerse en movimiento sobre el papel— evocan y convocan más un repertorio fílmico que literario —Tarantino y la trilogía yakuza de Takeshi Miike, por ejemplo—, aunque ciertos ecos de novelas como La asesina de Lady Di (Alejandro López, 2001) o El crimen de la negra Reguera (Ricardo Strafacce, 1999) también puedan acompañar a En tu mundo raro… como si se tratara de otra banda de sonido.
Sobrellevando bien algunos clichés —el chico raro que lee es gay— y, quizá por estar encabalgada en el propio regodeo criminal, patinando un poco a causa de la sangre —¿no hay algo de exceso inmotivado en la forma de matar a la travesti?—, la novela de Forcinito pega como la mezcla de multifruta con tinto que los pibes toman en la puerta de un kiosco y, obediente al precepto de Poe para el cuento, termina leyéndose, con satisfacción, de una sentada.
Pablo Forcinito, En tu mundo raro y por ti aprendí, Metalúcida, 2014, 144 págs.
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